Liebre ártica
13 de junio de 2016.- La liebre ártica vive en el duro hábitat de la tundra norteamericana. Estas liebres no hibernan, sino que sobreviven al peligroso frío gracias a diversas adaptaciones fisiológicas y de comportamiento. Tienen una piel gruesa y presentan una tasa baja de superficie con respecto a su volumen con el fin de conservar el calor corporal, lo que queda patente en sus orejas acortadas. Estas liebres a veces cavan refugios en la nieve y se acurrucan juntas para darse calor.
Las liebres son un poco más grandes que los conejos, y suelen tener patas traseras más altas y orejas más largas. Al igual que otras liebres y conejos, las liebres árticas son veloces, y pueden alcanzar los 60 kilómetros por hora. En invierno lucen un pelaje blanco brillante que ofrece un excelente camuflaje en el hielo y la nieve. En primavera, su color cambia a gris azulado, parecido a la vegetación y las rocas del lugar.
En ocasiones, las liebres árticas son solitarias, pero también pueden formar grupos de docenas, cientos o incluso miles de individuos. A diferencia de muchos mamíferos, durante la época de apareamiento los grupos de liebres árticas se dispersan, en lugar de congregarse. Los animales se emparejan y establecen territorios de apareamiento, aunque un macho puede formar pareja con más de una hembra.
Las hembras paren una camada al año, en primavera o a principios del verano. La camada se compone de entre dos y ocho crías, que crecen rápidamente y antes de septiembre ya tienen el aspecto de sus padres. El año siguiente ya estarán listas para reproducirse.
La comida puede escasear en el Ártico, pero las liebres sobreviven alimentándose de plantas leñosas, musgo y liquen, que encuentran cavando en la nieve durante el invierno. En otras estaciones comen capullos, bayas, raíces y corteza.
La liebre ártica ha tenido una gran importancia histórica para los nativos americanos. Se caza a estos animales relativamente abundantes como alimento y por su piel, que sirve para hacer ropa.
Con información de: NOTIMEX