Castor
17 de mayo de 2016.- Los castores son famosos por su frenética actividad. Dedican su talento a modificar el paisaje de una forma inalcanzable para la mayoría de animales. Cuando encuentran sitios propicios, los castores cavan sus madrigueras en las orillas de ríos y lagos. Pero también transforman hábitats menos favorables mediante la construcción de presas. Roen y derriban árboles con sus fuertes dientes y potentes mandíbulas. Con ellos crean enormes estructuras hechas con troncos, ramas y barro para bloquear la corriente y convertir campos y bosques en los grandes estanques que tanto les gustan.
Sus madrigueras, con forma de cúpula, también están hechas con ramas y barro. Suelen ubicarse estratégicamente en medio de los estanques, y solo se puede acceder a ellas a través de entradas subterráneas. Estas viviendas albergan a amplias familias de padres monógamos, castores jóvenes y las crías nacidas la primavera anterior.
Los castores se encuentran entre los roedores más grandes. Son herbívoros y prefieren comer hojas, corteza, ramitas, raíces y plantas acuáticas.
En tierra, este gran roedor se mueve con un torpe contoneo, pero es grácil en el agua, donde usa sus grandes pies traseros palmeados a modo de aletas de natación, y su cola con forma de remo le sirve de timón. Estos atributos le permiten nadar a unos ocho kilómetros por hora. Pueden permanecer unos 15 minutos bajo el agua sin subir a la superficie, y tienen párpados transparentes que hacen las veces de gafas de buceo. Su piel es grasienta por naturaleza y resistente al agua.
Existen dos especies de castor, presentes en los bosques de Norteamérica, Europa y Asia. Estos animales se mantienen activos durante el invierno, nadando y buscando comida en sus estanques incluso cuando una capa de hielo cubre la superficie.
Con información de: NATIONAL GEOGRAPHIC