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Naming de estadio Azteca, inversión más allá del Mundial

Ciudad de México, 18 de marzo del 2025.- El estadio Azteca dio un golpe radical a su tradición al cambiar de nombre a estadio Banorte. Fue un movimiento repentino y mediático a poco más de un año de convertirse en la única sede de tres Copas del Mundo en la historia de la FIFA.

Grupo Ollamani, la sociedad anónima bursátil que es propietaria del estadio, Club América, Editorial Televisa y otras entidades, dio la noticia oficial en un comunicado, pero no especificó detalles sobre la duración del acuerdo.

“Banorte y Grupo Ollamani anunciaron una alianza de largo plazo que incluye componentes publicitarios y de patrocinios, así como un financiamiento por 2,100 millones de pesos por la modernización del recinto (…) Su modernización garantiza un recinto sustentable, cómodo, con la mejor conectividad, así como tecnología de punta y cercanía a la afición”, menciona dicho comunicado.

Desde la óptica experta, la entrada de Banorte supone una relación de al menos una década y que no estará centrada sólo en futbol, sino en otras vertientes.

“Sobre todo por el tamaño del rebranding, creo que esto no debe ir a menos de 10 años. No se han dado más detalles, pero no va a ser una cosa menor, esto es a largo plazo”, señala a El Economista, Víctor Alvarado, quien fuera director de mercadotecnia y medios digitales de la Federación Mexicana de Futbol (FMF).

“En un patrocinio normal para un equipo de futbol, lo que solemos recomendar como consultores es que dure al menos tres años, porque en menos no alcanzas a construir nada. En el primero apenas empiezas a ver cómo funcionan las cosas, en el segundo ajustas para ver qué funcionó y en el tercero empiezas a ver frutos. Entonces, un naming tiene que ir definitivamente a mucho más largo plazo”.

Un hecho es que durante el Mundial 2026, en el que México será coanfitrión junto a Estados Unidos y Canadá, Banorte no podrá aparecer como nombre del recinto, como tampoco Akron en Guadalajara ni BBVA en Monterrey, pues la FIFA prohíbe namings comerciales.

En ese evento, que atraerá la máxima atención del planeta, se llamarán estadio Azteca, estadio Guadalajara y estadio Monterrey, respectivamente.

Eso refuerza la percepción de que el naming de Banorte tiene otros objetivos al vincularse con el estadio Azteca, cuya capacidad podría alcanzar los 90,000 espectadores después del proceso de remodelación en el que está.

“Lo positivo es que además de ese branding, aunque que no se han dado más detalles del acuerdo, seguramente tendrán exclusividad de medio de pago, preventas, ventas y eso hay que sacarlo un poco de la ecuación de la Copa del Mundo. Obviamente la Copa del Mundo es la que llama la atención, pero este acuerdo va a ir mucho más allá porque FIFA toma el control de los venues (durante el Mundial).

“Mucho de este acuerdo no lo vamos a ver directamente durante la Copa del Mundo, que es lo que la gente cree, sino en todos los demás eventos, conciertos y torneos que siga habiendo en el estadio. Seguramente van a tener que ver con el medio de pago de Banorte, la gente va a poder probar sus productos y obtener beneficios. Entonces, pensándolo como estrategia integral, es un gran acierto”, recalca Víctor Alvarado, que colaboró con la FMF de 2011 a 2021.

Las redes sociales y el sitio web del estadio ya incluyen la palabra Banorte, institución bancaria que surgió en 1899 en Monterrey y que en la actualidad cuenta con 1,191 sucursales y 33,766 colaboradores.

Sin embargo, será en el momento en el que el recinto vuelva a abrir sus puertas cuando se noten las incrustaciones publicitarias de Banorte y se comprueben las modernizaciones planteadas por la inversión de 2,100 millones de pesos.

Se prevé que el estadio reabra a finales de 2025, preparándose para albergar otro Mundial (después de los de 1970 y 1986), aunque también para recibir al América en Liga MX y retomar la posibilidad de otros eventos más allá de la índole deportiva.

El cambio de identidad será su tarea más fuerte: “Hacer un rebranding de esta magnitud va a tomar muchos años y siempre va a haber resistencia. Hay casos como Wembley o el Santiago Bernabéu que no tienen naming, pero por ejemplo Barcelona sí con el estadio Sportify Camp Nou. La gente no se acostumbra a decirlo, sin embargo, está siempre presente.

“Eso va a costar mucho y no nada más con la parte cultural, pasional y de costumbres, sino que también va a tener que ver con qué tanto estarán dispuestos a invertirle a construir al menos la dualidad del nombre: estadio Azteca Banorte, Banorte Azteca o algo así, que también suena raro porque hay otro banco con ese nombre. Hay una dualidad y hay que ver cómo se construye”, insiste el especialista.

“Todavía hay cosas por ver, pero si se empieza a pensar de forma estratégica, Banorte es patrocinador de la Selección Mexicana y ahora del estadio más emblemático del país. Ya está la tarjeta Banorte con el escudo de la selección y ahora habrá otras formas de pago que a lo mejor tendrán descuentos o accesos a experiencias. Ese tipo de cosas son las que van a ir moldeando la estrategia que seguramente trae en mente el equipo de marketing y comunicación de Banorte”.

El estadio Azteca fue inaugurado en 1966 y ha servido como plataforma del clímax de leyendas del futbol como Pelé y Diego Armando Maradona. Del lado del espectáculo, ha recibido a figuras como Michael Jackson, Paul McCartney y Elton John.

Tener un naming escribe una nueva etapa en su vida y los 2,100 millones de pesos que revelaron Ollamani y Banorte no corresponden exclusivamente al derecho de poner su marca en el nombre del estadio, sino a múltiples adecuaciones.

“Es, a todas luces, una decisión económica que tiene que ver con el nivel de inversión que requiere un estadio mundialista. Preparar un estadio para el evento más grande del mundo y con sus exigencias no es fácil, requiere demasiada inversión y en ese sentido tiene toda la lógica del mundo. Estamos hablando de una inversión muy fuerte que no pasa de la noche a la mañana, aunque el comunicado haya salido en estos días”, concluye Víctor Alvarado.

Con información de: https://www.eleconomista.com.mx/

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