Charlas de taberna | ¡Cuando la migra te alcance! | Por: Marcos H. Valerio
Carolina emprendió su viaje a los Estados Unidos hace más de dos décadas con la esperanza de un futuro mejor. Tenía apenas 19 años cuando dejó su hogar en México y cruzó la frontera en busca de oportunidades. Hoy, con 41 años, radica en una pequeña comunidad de California junto a su esposo y sus tres hijos, pero sin papeles. Ha construido una vida, un hogar, una historia, pero el miedo a la deportación la persigue como una sombra constante.
Las políticas migratorias han sido duras en diferentes administraciones, pero ninguna la había hecho sentir tan vulnerable como la de Donald Trump. Las amenazas de deportaciones masivas y los operativos sorpresa han convertido cada amanecer en una incertidumbre.
«Lo primero que hago al despertar es mirar por la ventana, por si hay algo sospechoso allá afuera», confiesa con voz temblorosa. La sensación de persecución ha ido en aumento y, con ella, su ansiedad.
El miedo que Carolina experimenta no es único. Miles de migrantes indocumentados en Estados Unidos viven bajo el mismo peso. La incertidumbre, la discriminación y la amenaza constante de ser separados de sus familias han provocado que muchos de ellos desarrollen ansiedad, depresión e incluso estrés postraumático. «Vivir con el temor de que un día no regreses a casa afecta la mente y el corazón», dice Carolina.
Para atender esta crisis emocional, la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) ha desarrollado la plataforma digital Acción Migrante, un espacio que brinda apoyo legal y psicológico a quienes, como Carolina, han sido afectados por la política antiinmigrante de Trump.
María Elena Medina-Mora Icaza, coordinadora del apartado de Salud Mental de la plataforma, explica que el objetivo es atender a tres grupos específicos: migrantes indocumentados en Estados Unidos, migrantes en tránsito o deportados en México, y a los primeros respondientes, es decir, trabajadores sociales y activistas que los auxilian.
«La carga emocional para todos ellos es enorme. Es importante atender la salud mental para evitar que el sufrimiento se convierta en algo más profundo y difícil de manejar», subraya la especialista.
Los sentimientos de Carolina han cambiado con el tiempo. Antes, salía con confianza, trabajaba sin miedo, interactuaba con su comunidad. Ahora, sólo se permite salir para lo indispensable: el trabajo, la escuela de sus hijos y las compras esenciales. Cada mirada ajena le provoca inquietud, siente que la juzgan, que la vigilan.
«No sé si es paranoia o si realmente nos están observando. Pero este clima de hostilidad ha cambiado mi forma de vivir», confiesa. Recientemente, le diagnosticaron ansiedad y depresión, y ha comenzado un tratamiento con ansiolíticos y antidepresivos.
La doctora Medina-Mora insiste en que es fundamental que los migrantes con síntomas de afectaciones emocionales busquen ayuda lo antes posible. En la página de Acción Migrante, cualquier persona puede realizar un cuestionario anónimo para evaluar su estado de salud mental. Si se detecta un problema, la plataforma ofrece apoyo profesional remoto a través de computadoras y teléfonos móviles, garantizando la seguridad y confidencialidad de los usuarios.
Las deportaciones se han intensificado. En su primer mes de gobierno, la administración Trump expulsó a 37 mil 600 personas; 14 mil 500 de ellas fueron trasladadas a México.
«Si algo sabemos de la deportación es que te vas sin nada. Pese a todo lo que construiste, te regresan con las manos vacías. Eso es lo que realmente me destroza», relató un migrante congoleño a un medio de Seattle.
Carolina no sabe qué le deparará el futuro. Pero ha decidido no rendirse. Ha encontrado refugio en su fe y en su familia. «No sé dónde estaremos en una semana, en un mes o en un año, pero como les digo a mis hijos, debemos tener confianza. Estaremos bien». Sonríe con valentía, aunque en sus ojos aún habita la sombra del miedo.