Los pueblos indígenas de México celebran el Día de Muertos.
Ciudad de México, 01 de noviembre del 2024.- Con el sonido de los caracoles, tambores y ocarinas el chamán maya anuncia nuestra llegada, pues las ánimas, venimos desde las profundidades de Xibalbá hasta este mundo.
Somos recibidas para la celebración del Hanal Pixan, también conocida como “Los finados” o “la comida de las ánimas”. Este banquete dura tres días: del 31 de octubre al 2 de noviembre. El primer día se les dedica a niñas y niños y es llamado “u hanal palal”, y el segundo día se dedica a los mayores y se llama “u hanal nucuch unicoob”. En el tercer día, conocido como “u hanal pixanoob” se oficia una misa en el cementerio.
Como es costumbre mi gente de la comunidad maya nos recibe con un hermoso altar para la comida de las ánimas, colmado de flores llamadas xpujuc, más un retrato de sus seres queridos, agua, sal y velas. También se coloca una cruz verde que representa la ceiba sagrada, y alimentos como pibes o mucbipollos, xec que es mezcla hecha con naranja, mandarina, jícama y otras frutas; así como tamales de x’pelón, vaporcitos, balché, pan dulce y jícaras de sabroso tan-chucuw, que sin lugar a duda es mi bebida favorita, y que es atole que se fabrica con masa de maíz, cacao, pimienta y anís.
Me llena de gozo volver a esta, mi tierra, pues toda la gente se prepara con antelación y júbilo para nuestra llegada. Encontramos siempre las casas limpias, con manteles nuevos y platillos recién hechos para el desayuno, la comida y la cena. Además de que en el cementerio todas las tumbas están vestidas para la ocasión, ya que días antes mi gente maya hace una limpieza, pinta y adorna las tumbas.
Algo que siempre noto y captura mi atención es que algunas familias colocan un listón negro o rojo en la muñeca derecha de niñas y niños más pequeños, para que puedan estar a salvo estos días y recibirnos para la celebración.
Aquí sí que son generosos, pues en los altares se coloca un plato extra de comida, junto con agua, tortillas y velas para ciertas almas que no tienen a donde llegar. ¡Y pues con esta delicia de comida, quién no quisiera venir cada año a visitarles!
La fiesta de S’uí k’en – Pueblo mazateco.
He escuchado hablar de muchas fiestas y tradiciones. En el camino todos cuentan la manera en que son recibidos, y siempre me quedo asombrada de las cosas tan maravillosas que hacen por nosotros. Aunque debo confesar que la fiesta que se oye más divertida y grande es la fiesta de S’ui k’en, la celebración del día de muertos, la fiesta más importante para mi gente mazateca. Cada año los invitados de honor… ¡somos nosotros: los muertos!
Todo comienza el 27 de octubre y termina el 3 de noviembre. Durante estos días, los chaxo’o (o huehuentones) salen por la noche a bailar en las calles y son recibidos en las casas, pues prestan sus cuerpos a las almas de sus seres queridos que venimos desde el inframundo, para poder compartir estos días con los que aún están vivos. Las canciones, son en nuestra lengua materna, y están llenas de mensajes de paz, unidad y valores comunitarios. Me gustan tanto, que las canto con ellos, y estoy segura, que, aunque no pueden oírme, sí que me sienten.
Los altares se colocan dentro de las casas y son realmente hermosos, ya que en la mesa donde va el altar se pone un arco formado de carrizo y se adorna con flores de cempasúchil. También se cuelga pan, naranjas, y muchas figuras de calavera. La mesa se llena de ricos platillos de mole, tezmole, caldo de guazmole y tamales de frijol, puerco o pollo, envueltos en hojas de plátano, lo cual da un aroma imposible de no seguir. Otras cosas que nos ponen son: frutas como guayabas, plátano y níspero; tazas de café, atole agrio, chocolate, chayotes, elotes cocidos, veladoras, sal, agua y pan.
En esta fiesta tan grande se tiene todo: música, baile, cantos, y, como ya dije, mucha comida. Lo que más disfruto es que nos reciben y nos despiden por todo lo alto, pues al cielo lanzan cuetes y eso me hace sentir querida otra vez.
Fiesta de las Ánimas – Pueblo purépecha.
He venido de un largo viaje para celebrar la fiesta más importante del año: la fiesta de las ánimas. Entre la comunidad purépecha, se cree que cuando una persona muere, su cuerpo se sepulta en el camposanto, pero su alma sigue con vida, y se reúne con sus seres queridos que fallecieron antes. Y en la fiesta de las ánimas es cuando los muertos podemos volver para convivir otra vez con los nuestros.
El 2 de noviembre, poco antes de la medianoche, todos caminan en procesión hacia el panteón, y ya para la medianoche, todo el panteón está lleno de ofrendas florales, música, altares y mucha comida. Cada familia se sienta alrededor de sus seres queridos para comer, platicar, cantar y ofrendar sus plegarias por ellos, durante toda la noche.
Es muy importante que en los altares existan tres elementos: el agua, que simboliza la pureza del alma y es representada por un vaso de agua para mitigar nuestra sed; el fuego, con velas que alumbran nuestro camino; y la tierra, representada por los alimentos que sacian nuestra hambre. También hay otros elementos como el papel picado, que representa la alegría con la que los vivos nos esperan; la sal, que es purificante y sirve para que el alma no se corrompa en el viaje de regreso, y quizá lo más importante, es un retrato del familiar fallecido que se coloca en la parte más alta del altar, lo que nos muestra que aún no se nos olvida.
Lo que más disfruto al regresar es el aroma de la flor de cempasúchil, ya que es nuestra guía a este mundo, y sus pétalos se esparcen desde el altar de cada casa hasta la puerta de entrada. Se esparcen en las calles que van de la Iglesia hasta el panteón. Las flores marcan el camino para las ánimas, pero también el recorrido que seguirán las procesiones.
Qué lindo es volver y ver que todo se llena de colores, de música, baile, risas y mucha alegría …. ¡Esto sí que es una fiesta!
Celebración de día de muertos – Pueblo amuzgo.
No hay que temerle a la muerte, pues la muerte no es el final de la vida, sino el inicio de una nueva que será eterna. Un pensamiento muy bello que comparto con mi gente, que hace que nuestro regreso al mundo de los vivos sea toda una celebración.
Yo disfruto caminar por las calles para deleitarme con el aroma de los altares, pues en esta región es costumbre colocar una ofrenda en cada casa, como señal de que nos esperan y nos reciben con gusto.
Aquí la celebración dura cuatro días, todo inicia el día 30 de octubre, cuando se empieza a colocar las ofrendas, con mucha comida, velas, copal, bebidas, dulces típicos, tamales, pan de yema, chocolate, mole, agua, sal y una fotografía de aquellos a quienes se les espera. El 31 es el día en que veo por todas partes pequeños angelitos, que son los bebés que partieron aun sin crecer. El primero de noviembre es el día de Todos los Santos o de los difuntos adultos. El día 2 de noviembre termina la celebración, y después del mediodía toda la gente en procesión va al panteón a acompañar a sus seres queridos de regreso.
Volver a esta tierra, y ver cómo nos esperan me hace querer regresar cada año sin falta. A primera hora de días como hoy, nuestra presencia se siente por las calles, y nuestra llegada se celebra con cuetes que se lanzan al cielo y con un toque de campanas. Y como ya no queremos esperar más: ¡Que inicie la celebración para todos, muertos y vivos!
Investigación: Haydee Araceli Huerta Caballero
Corrección de estilo y voz: Rita María Saloma Velázquez
Ilustraciones: Yultzi Anahí Pérez Pérez
con información de https://www.gob.mx/