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«El artista debería recibir ayuda sicológica tras la firma de un contrato discográfico»

Estados Unidos, 10 de octubre del 2024.- El cantante Rick Astley es recordado desde los años 80 por su voz de crooner que convirtió a Never Gonna Give You Up en un éxito mundial que se sigue escuchando. Antes era conocido como one-hit wonder (maravilla de un solo éxito, por su traducción), pero, tras una actuación extraordinaria en el pasado festival de Glastonbury ante unas 60 mil personas, es ahora tesoro nacional inglés en ciernes. Astley habló con The Independent sobre lo absurdo de la fama, su regreso sin precedente y por qué ahora era el momento adecuado para sacar su libro autobiográfico, Never.

No lo he hecho intencionadamente, insistió Rick Astley, señalando la imagen de Espartaco que tiene detrás de la cabeza. El cantante estaba sentado con un póster gigante de la epopeya de Stanley Kubrick, su película favorita. “Espartaco es una historia de un gran desvalido”, afirmó Astley con entusiasmo. Es un tipo que anima a la gente a luchar contra el mayor imperio de la Tierra. Y es algo muy británico animar a los desvalidos. Por supuesto, no me estoy comparando de ninguna manera con Espartaco, pero… levantó un brazo imitando a Kirk Douglas, el protagonista de ese filme, y sonrió. Maravilla de un solo éxito Astley, de 58 años, ha vivido su propia historia de desvalido; dos de ellas, de hecho.

La primera llegó cuando era joven, era el tímido muchacho de Lancashire que se fue corriendo a Londres y conquistó las listas de éxitos en ambos lados del Atlántico con Never Gonna Give You Up cuando tenía 21 años. La segunda llegó en la mediana edad, con la ayuda de un meme, Astley resucitó su carrera y la convirtió en algo nuevo, auténtico y sorprendentemente popular: el año pasado, sus dos actuaciones en el festival de Glastonbury (una interpretando su música, la otra un set completo de versiones de The Smiths respaldadas por la banda indie Blossoms) fueron triunfantes, con más de 60 mil personas absortas. Si bien antes Astley era conocido como one-hit wonder, ahora lo promovían como un tesoro nacional en proceso. PUBLICIDAD Es una locura estar viviendo, desde la perspectiva de los conciertos, uno de los momentos más importantes de mi vida, aseguró. “Si me hubieran preguntado cuando tenía 21 años: ‘¿Crees que disfrutarás subiendo a un escenario y cantando Never Gonna Give You Up?’, habría dicho: ‘Vete a la mierda.

¿Quién querría hacer eso todos esos años después?’ Pero tengo mucha historia de fondo y algunas otras cosas en la vida aparte de esa canción… se siente saludable.” Esta historia de fondo es la que forma Never, memorias de Astley que documentan su ascenso, caída y ascenso de nuevo. No escribió el libro él mismo, sino que delegó sus tareas al periodista Alexis Petridis. Cualquier tonto puede escribir un libro, dijo, pero no cualquiera puede escribir uno bueno, y es por eso que no estoy escribiendo el mío. (Sin embargo, proporcionó la narración del audiolibro). Never es un relato sincero y divertido de la fama rápida y el lento camino hacia la autorrealización. Es muy extraño, el proceso de hacerlo, admitió Astley. Estás criticando tu vida. Ha sido catártico, un poco como una terapia.

Él lo sabría: Astley empezó a ir a un terapeuta en los años 90, por recomendación de su esposa, la productora cinematográfica Lene Bausager. Es justo decir que Astley, hijo de padres divorciados, tuvo una infancia complicada. Never comienza narrando cuando su hermano le puso un cuchillo en la garganta a su padre. Astley y sus hermanos crecieron viviendo con su volátil progenitor en una cabaña portátil, en un campo al lado del negocio familiar (un centro de jardinería). Describe a su madre como alguien a quien le faltaba algún tipo de conexión emocional. Sus padres están ahora muertos; eso fue, admitió, un gran detonante para aceptar escribir las memorias. Astley veía la música como una vía de escape de su vida familiar disfuncional. Tocaba en el circuito local en una banda de adolescentes llamada FBI, y no pasó mucho tiempo antes de que su voz sonora, casi a lo elvispresleyano, llamara la atención: le ofrecieron un contrato.

Muchos de mis impulsos no eran los que la gente asociaría con músicos famosos, aseveró. No quería fama. Quería estar cómodo. Quería tener suficiente dinero para no tener que volver nunca a Newton y vivir con mi padre. Su primer single, la cursi y contagiosa Never Gonna Give You Up, lo catapultó a la fama prácticamente de la noche a la mañana. Entiendo por qué la gente se vuelve famosa y puedo apreciar lo que han hecho para llegar allí, declaró. Pero la fama en sí misma es simplemente ridícula. Fama no saludable Después de Never Gonna Give You Up, gozó de una serie de éxitos menores, incluyendo Together Forever y Whenever You Need Somebody. Pero tenía poca capacidad de decisión sobre la música que grababa, a menudo se sentía avergonzado por ella y, en el apogeo de su fama, no se le dio la oportunidad de hacer giras con sus canciones en vivo.

La gente ahora espera que un artista musical pueda salir y tocar en vivo, indicó Astley. Pero en los años 80 había una sensación de que realmente importaba. No creo que Duran Duran o Spandau Ballet hubieran dicho eso. Pero para un artista en solitario era sólo una forma de promover un disco, porque las discográficas no ganaban dinero con las giras. Astley, con apenas 23 años, empezó a diversificarse: su álbum de 1991 Free supuso un giro hacia un sonido menos orientado al pop. Fue una liberación imperfecta. En la época del álbum de covers de 1993 Body and Soul, estaba preocupado por la vida familiar (su hija estaba en su infancia) y desilusionado con la industria. Así que dejó la música, sin estar seguro de si toda su carrera había sido un terrible error. Pasaron ocho años antes de que lanzara otro Keep it Turned On, disco que ni siquiera se publicó en Reino Unido. Es sorprendente, quizás, lo bien adaptado que parece Astley, dado el éxito del que disfrutó. Es difícil quejarse de ser una estrella pop, reconoció. “Pero también creo que es poco realista esperar que alguien pase por eso, lo maneje bien y salga adelante.

Siempre ha pensado que la gente debería recibir algún tipo de ayuda sicológica cuando consigue un contrato discográfico… el nivel de fama que a veces alcanza la gente en un espacio de tiempo tan corto no es algo saludable”. Astley añadió: No hay muchas veces en la vida en las que alguien gane un par de millones de libras de una sola vez. Yo tuve suerte, tenía buenas personas a mi alrededor, pero eso arruina mucho a la gente. Distorsiona todas tus amistades. Jode a la gente. El año 2007 trajo consigo el auge del Rickrolling: referencia a un meme de Internet en el que se incitaba a la gente a hacer clic en un enlace, que redirigía al video de Never Gonna Give You Up. La canción volvió a entrar en las listas de éxitos; el atractivo irónico del intérprete se disparó. Es realmente extraño, comentó Astley sobre la canción, cuyo video musical ya ha acumulado la asombrosa cifra de mil 500 millones de reproducciones en YouTube.

Es como si estuviera grabado a fuego en mi ADN. Aunque la popularidad viral ciertamente despertó el interés en la música de Astley, para él no había nada irónico en ello. Salía a hacer conciertos retro, expuso. Para ser honesto, era feliz haciéndolo. Como pasatiempo, formó The Luddites, con la que tocaba sets punks sueltos. Y todo el tiempo estaba grabando nueva música, que finalmente se convirtió en el álbum 50, lanzado en su cumpleaños de ese número. Fue el primero realmente hecho según los términos de Astley, y fue un éxito sorpresa, llegando finalmente al número uno.

Cuando el Rickrolling se fue apagando, Astley demostró ser más que un meme: a 50 le siguió otro disco de éxito, esa impresionante aparición en Glastonbury y una serie de fechas. Junto con esto vinieron colaboraciones en vivo improbables pero recibidas con alegría: tocar una versión grunge de Never Gonna Give You Up con los Foo Fighters en varias ocasiones. Sabes, no cambiaría mi vida por la de nadie en este momento, afirmó. Estoy muy feliz.

con información de Louis Chilton, The Independent

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