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Hace una década que desaparecieron 43 estudiantes en México. Sus padres aún luchan por respuestas

Ciudad de México, 20 de septiembre del 2024.- Clemente Rodríguez honra a su hijo desaparecido con tatuajes. Primero se dibujó una tortuga —símbolo de la escuela de maestros rurales donde estudiaba— que tiene otra tortuguita en el caparazón. Luego a la virgen de Guadalupe, patrona de México, con el número 43. Después vino el tigre, la fuerza de su pueblo, y una paloma, la esperanza.

Es “para que si mi hijo llega mañana, sepa que le estuve buscando”, explica este hombre que ha pasado la última década rastreando pistas, escudriñando expedientes, lanzando gritos en las marchas y lágrimas a solas en su huerta. Del joven solo se ha encontrado un hueso del pie. Sus padres no aceptan que ahí termine su búsqueda. El 26 de septiembre de 2014, Christian Rodríguez, un joven alto de 19 años apasionado por el baile folclórico que acababa de ingresar a una escuela de maestros rurales del sur de México, la Normal Rural de Ayotzinapa, desapareció con otros 42 compañeros.

Cada día 26, de cada mes, de cada año, durante 10 años, Rodríguez y su esposa, junto al resto de familias de los 43, marchan por Ciudad de México exigiendo respuestas. “La tenemos muy difícil, muy difícil”, reconoce Rodríguez. Muchas preguntas y pocas respuestas El caso Ayotzinapa es más que el horror de la ausencia de 43 jóvenes de entre 17 y 25 años, una gota en el océano de los más de 115 mil desaparecidos que tiene México. Un reflejo de los numerosos crímenes sin resolver en un país donde los activistas de derechos humanos afirman que la violencia, la corrupción y la impunidad han sido la norma desde hace mucho tiempo.

A lo largo de los años, las autoridades han ofrecido diferentes explicaciones. La administración anterior del ahora expresidente Enrique Peña Nieto dijo que los estudiantes fueron atacados por fuerzas de seguridad vinculadas a un cártel de drogas del estado, y que los cuerpos fueron entregados a figuras del crimen organizado, quienes quemaron sus cuerpos en un vertedero y arrojaron sus cenizas a un río. Un fragmento de hueso de uno de los estudiantes fue encontrado más tarde en el cuerpo de agua. Más tarde se descubrió que toda esa versión oficial de los hechos era falsa y había sido elaborada desde las más altas instancias del poder. El gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador confirmó la fuente del ataque, pero el actual Ministerio Público, junto con la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y una Comisión de la Verdad creada específicamente para investigar la desaparición de los estudiantes, desmintieron la versión sobre la incineración de los cuerpos en un vertedero. Acusaron a altos funcionarios de plantar el hueso en el río para que encajara con su versión. También desenterraron pistas en un lugar diferente, incluidos trozos de hueso de uno de los pies de Christian.

Las familias emprenden una búsqueda desesperada de sus hijos Antes de la desaparición de su hijo, Clemente Rodríguez, de 56 años, repartía agua y criaba cerdos y gallinas en la localidad de Tixtla, Guerrero, a 300 km al sur de Ciudad de México. A las afueras se encuentra la Normal de Ayotzinapa. Su esposa, Luz María Telumbre, de 49, vendía tortillas.

Cuando Christian y sus compañeros desaparecieron, ellos, como otros muchos, vendieron todo, perdieron trabajos. Ahora, aprovechan cada viaje a la capital para vender artesanías y han recuperado algunos animales. Plantaron maíz en la pequeña parcela familiar a la sombra de unas montañas que Rodríguez contempló durante meses con la esperanza de que apareciera Christian.

con información de https://www.infobae.com/

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