Colaboraciones

Charlas de taberna | Sismos ancestrales, claves para entender el presente | Por: Marcos H. Valerio

Desde hace millones de años, la Tierra ha sido sacudida por sismos, pero el registro y estudio instrumental de estos eventos es sorprendentemente reciente.

En México, por ejemplo, apenas contamos con 150 años de datos instrumentales, como explica María Teresa Ramírez Herrera, investigadora del Instituto de Geografía de la UNAM.

“Los datos que encontramos en los documentos históricos, juntos, no suman más de cinco siglos”, afirma. Esta escasez de información nos deja con preguntas importantes: ¿Qué otros temblores significativos ocurrieron en el pasado remoto? ¿Cómo podemos entender los terremotos y tsunamis de hoy si no conocemos bien los de épocas anteriores?

La paleosismología, la rama de las ciencias que estudia los movimientos de tierra ocurridos en el pasado geológico, busca responder a estas preguntas. A través de la investigación de sedimentos, los científicos son capaces de determinar cuándo ocurrió un sismo y su magnitud, proporcionando una ventana al pasado de la Tierra.

A inicios de 2024, un equipo internacional de especialistas de México, Chile y Alemania realizó una expedición a lo largo de 600 kilómetros de la costa entre Colima y Oaxaca, con el objetivo de descifrar los secretos guardados en terrazas marinas, playas y montañas.

Estos terrenos ofrecen pistas sobre cómo los movimientos de placas tectónicas, impulsados por sismos, han deformado la superficie terrestre.

María Teresa Ramírez detalla que, gracias a las muestras recogidas, es posible determinar la antigüedad de estos fenómenos. Utilizando métodos como el carbono 14 y analizando organismos fosilizados, como conchas y balanos, se puede calcular cuándo estas especies murieron, ya que dejaron de estar cubiertas por el agua del mar a causa de la elevación del terreno provocada por un sismo.

Este tipo de análisis, conocido como geología de sismos, permite a los investigadores identificar los ciclos de recurrencia de terremotos en regiones específicas. Aunque aún no es posible predecir con exactitud cuándo ocurrirá el próximo gran sismo, lo que sí se puede hacer es determinar con qué frecuencia han sucedido movimientos sísmicos mayores a siete grados. Esta información resulta crucial para evaluar el peligro sísmico de una zona.

«Esta herramienta no sirve para predecir, pero sí para prepararnos», dice Ramírez Herrera. «Podemos determinar qué regiones tienen el potencial de generar sismos grandes, con cuánta frecuencia han ocurrido y es probable que se repitan en un futuro».

Esta información es invaluable para los tomadores de decisiones, quienes deben aprovechar estos datos para reforzar la seguridad y reducir los riesgos en zonas vulnerables.

Aunque los sismos no se pueden predecir, el análisis de su recurrencia a lo largo del tiempo ofrece una guía clara sobre qué esperar y cómo estar preparados. La Tierra nos habla a través de sus registros geológicos; ahora nos toca escuchar y actuar.

Botón volver arriba