Charlas de taberna | Pueblo y “Amlitos”, dieron color al Zócalo | Por: Marcos H. Valerio
El sol apenas despuntaba cuando los primeros simpatizantes de la Cuarta Transformación comenzaron a llenar las calles que conducen al corazón de la Ciudad de México. Llegaron de todos los rincones del país, uniendo sus voces y esperanzas en una marea humana que se dirigía con fervor al Zócalo para escuchar el Sexto Informe de Gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO).
Los ríos de gente fluían por las avenidas principales, y en cada esquina, los puestos de recuerdos y “Amlitos” se erigían como altares improvisados para honrar al líder que, según ellos, ha transformado la nación.
Las calles de 20 de Noviembre, Eje 1 Norte, Eje 1 Oriente, José María Izazaga, Fray Servando Teresa de Mier y Eje Central Lázaro Cárdenas se convirtieron en pasillos de mercado donde se ofrecían figuras de cerámica, peluches, plastilina, fotos, tazas, playeras, gorras, “manitas” y posters, todos con el rostro sonriente de Andrés Manuel López Obrador (AMLO). No era solo la compra de un recuerdo; era llevarse un pedazo de esta fiesta popular, un símbolo de gratitud hacia el hombre que, para muchos, había cumplido sus promesas.
Incluso, algunos comerciantes vendían en 50 pesos cartulinas con frases como “Es un honor estar con Obrador”, para aquellos olvidadizos que no elaboraron sus cartelones.
Los precios variaban, pero la emoción no conocía límites. Desde 10 hasta 150 pesos, todos podían llevarse un “Amlito” a casa, y no pocos decidieron colocarlo en sus cabezas, siguiendo la moda de los patitos, pero esta vez con un toque de orgullo nacional.
El Zócalo se fue llenando de una multitud diversa, desde familias completas hasta religiosas que compartían su fe y su esperanza en que la igualdad prometida por este gobierno finalmente había llegado a todos. Era un mosaico de rostros y emociones, donde el agradecimiento hacia el presidente se palpaba en el aire, entre cantos y consignas, risas y abrazos.
La atmósfera era de alegría desbordante, una celebración en la que el pueblo, unido, se dio cita para decir “Gracias”. Gracias por los programas sociales que alcanzaron desde los niños hasta los adultos mayores, por las oportunidades para las madres solteras y los estudiantes de todos los niveles. Era un agradecimiento profundo, nacido del reconocimiento de que en estos años se había combatido la corrupción y se había puesto al servicio del pueblo el poder del gobierno.
Cuando el reloj marcó las 10:00 horas, el Zócalo vibraba con la expectativa. La voz de Andrés Manuel López Obrador, por fin llegó su líder que supo escucharlos y actuar, resonó por última vez en un informe de gobierno.