Briseño celebra 18 años de impulsar la música y el despertar de la conciencia
Ciudad de México, 27 de agosto del 2024.- Guillermo Briseño, músico comprometido con causas sociales, poeta, compositor, químico y artífice de la Escuela de Música del Rock a la Palabra, así como pionero de este género, es de charla ágil y franca, pero sobre todo, conocedor de este movimiento que alguna vez fue censurado, pero que ha permitido que la conciencia y la crítica ronden en sus líricas y sonidos.
A propósito de los 18 años que celebrará la Escuela de Música del Rock a la Palabra, cuyo festejo es un abrazo al futuro, el cantante y pianista, charló con La Jornada sobre este plantel adscrito a la Secretaría de Cultura de la Ciudad de México, el cual se ha ido consolidando al paso de los años, con grandes retos, pero con la satisfacción de que ha formado e impulsado talentosos músicos y nuevas generaciones.
En este tiempo han aparecido talentos, voces, maestros y especialistas en diferentes áreas, como la batería o la lírica, como necesidad instintiva de preservar la especie, afirmó. Algunos egresados forman parte de un colectivo, otros viajan al exterior para dar a conocer su trabajo y muchos más transmiten sus experiencias en los Pilares de la Ciudad de México. El próximo jueves, con autoridades capitalinas, Briseño anunciará las actividades de la celebración por el aniversario 18 de la escuela, la mayoría de edad. Asistirán tres invitados especiales, referentes del rock, como Caifanes, con Saúl Hernández, Alfonso André y Diego Herrera que apadrinarán la fiesta. También adelantó que fue invitado por esta banda al concierto que ofrecerán el 31 de agosto en el Estadio GNP, antes llamado Foro Sol. Sobre la creación de la escuela, de carácter gratuito y público, explicó, se entrelazaron tanto lo personal como lo profesional y la obligación de comunicarse con los demás. Recordó: “Cuando gané el concurso del Chopo, que significó violar el veto que había en la UNAM hacia el rock –después de que el gobierno prohibió estas expresiones juveniles–, me tocó la fortuna de rencontrarme con personas que había estado conmigo en la Facultad de Ingeniería Química y estaban a cargo de las actividades culturales, quienes quisieron que apareciera tocando como lo había hecho antes. Esto permitió romper la censura, lo que fue suave y muy lindo”.
Este hecho se relaciona con lo académico, pues es una mezcla de instinto con deducciones para hacer algo enfocado a los chicos que tocan rock y así descubran nuevas cosas, que no sea pura intuición porque hay que saber, oír y ampliar el criterio, pues el rock es muy importante al ser un vínculo de comunicación que en muchas generaciones ha tenido una actitud crítica ante el mundo, el entorno, y eso lo hace tentador. Invitación de Cultura En este camino, sostuvo Briseño, hace 19 años surgió la invitación de Raquel Sosa (ex titular de Cultura capitalina) y tardé casi un año en decir cómo podría ser y planear la escuela, aunque siempre supe que tenía que ser ágil y transformarse con el tiempo.
Es una especie de proyecto piloto que siempre está encendido, porque no existe otro en México; no hay antecedentes y los estamos creando. La Escuela de Música del Rock a la Palabra sí celebra sus 18 años, pero también que un número importante de sus maestros son jóvenes egresados de ella y que se está desarrollando algo que no es endofagia. No se trata de devorarnos a nosotros mismos y sí queremos abarcar lo que pasa en el mundo y el país. Ahora, se pregunta, ¿los jóvenes están conscientes, organizados y con un papel producto de una síntesis política hecha por ellos mismos? Esto parecería algo muy general, pero me estoy refiriendo a la conciencia de clase, de que los chicos la expresen y hagan jugar su papel. En eso estamos. De eso se trata la escuela, pero también de lo que yo hago. Briseño aceptó que a veces el camino ha sido arduo y difícil; en ocasiones uno tiene que hacer cosas que no eran las querías, pero se hacen visitas a otros escenarios y lo que va sucediendo nos muestra el encanto de la solidaridad y fraternidad de muchas personas que ayudan a los muchachos.
Subrayó: La meta de la escuela es el despertar de la conciencia; de motivar a los músicos que necesitan tocar, tener espacios y que se les pague con justicia por su trabajo, pero también que se exija que toquen bien y expresen sus libertades, producto de una conciencia verdadera. Sin duda el tiempo venidero es promisorio, pero ha implicado no perder la brújula de hacia dónde se debe ir, porque los primeros beneficiarios tienen que ser los alumnos. Tampoco intentamos gobernar lo que piensen los chicos; lo mejor que podemos hacer es ofrecer la mayor cantidad de información, sugerencias y recomendaciones.
Además, la experiencia nos ha permitido pasar por diversas sensaciones, como cuando nos dieron la certificación de los estudios por parte de la Secretaría de Educación Pública, lo que nos obligó internamente a estar alertas, no sólo en cómo llevar la relación con los chicos, sino también con la sociedad. Guillermo Briseño evocó la primera generación que egresó cuatro años después de fundada la escuela. Tengo presente a una joven de nombre Andrea Orea, quien es una guitarrista espléndida y sigue haciendo proyectos. Al paso del tiempo, el porcentaje de mujeres inscritas ha oscilado entre 25 y 30, y son talentosas, poderosas y bravas, asegura. Opciones encontradas La Escuela de Música del Rock a la Palabra, refiere la Secretaría de Cultura capitalina en su convocatoria 2024, constituye una opción educativa de excelencia de carácter público que ofrece a las y los jóvenes una formación musical y artística en el sentido más amplio, por lo que convoca a todas las personas en contacto con la música y con deseos de evolucionar artísticamente en las especialidades de guitarra eléctrica, voz, bajo eléctrico, batería y piano. Sobre el rock, Guillermo Briseño asegura: Este género no es una conciencia en abstracto, sino la conciencia de quienes lo hacen; en el mundo hay músicos de rock muy reaccionarios y otros que piensan de manera progresista, más civilizada. El género está en movimiento continuo; es como el yin y el yang, la cuestión binaria, porque todo está en relación con los mecanismos que la humanidad y el capitalismo imponen, como el comercio en general y la acumulación desmedida, lo cual tiene que ver con lo que hacen los artistas. No va a pensar lo mismo un joven que viene del barrio y que lucha por salir adelante, que otro al que todo le dan y al que tal vez ni le importa decir algo, sino ser como estrella gringa. Al rock, enfatizó Briseño, hay que verlo, que está vivo.
A veces parece desvanecerse su presencia porque la música comercial y la promoción de los grandes medios a los que les han sido otorgadas las concesiones producen efectos a favor entre muchas personas y así se ha educado a México desde hace muchos años. Pero los artistas tenemos que ir más adentro en la formación de nuestras opiniones, así como tocar, luchar por que se escuchen nuestras creaciones y, con ello, provocar que otros lo hagan.
con información de https://www.jornada.com.mx/