Gobernanza para el Desarrollo Local
Enfoque GLOCAL
M.E.R Joaquín García Galván
25 de enero 2016
La paradoja del escenario actual que vivimos, nos presenta un mundo globalizado que necesita hacerse cargo de problemas a nivel local. Es la dialéctica entre lo global y lo local. Los países a los cuales la globalización llegó para quedarse, deben encontrar respuestas que incluyan a la diversidad de actores involucrados, reconociendo las especificidades de cada uno como también de sus roles, derechos y deberes. El gobierno central ya no es capaz de hacerse cargo de la solución de la multiplicidad de problemas que enfrenta; es la hora de pasar el testimonio al gobierno local, generando espacios de participación y toma de decisión ciudadana.
No es casual que en este escenario se recoja la idea de gobernanza –diferenciándola de gobernabilidad– ya sea a nivel de políticas públicas centrales, como también a nivel del aparato estatal. La gobernanza, tal como lo veremos en las páginas siguientes, aparece como un modelo de entendimiento y toma de decisiones, estrategias y políticas que posee mejores y más eficientes herramientas de acción desde lo público hacia lo local.
La gobernanza como respuesta positiva para enfrentar los desafíos de la globalización es una mirada europea más que anglosajona. Efectivamente, y gracias a la Unión Europea y la necesidad de estos Estados de cooperar, colaborar, acordar y trazar metas comunes, se retoma la concepción de gobernanza como el modelo a seguir. Y por ende, es el molde con el cual trabajan los organismos que nacen de esta nueva organización (la Organización de Cooperación y Desarrollo Económico OCDE, por ejemplo). Desde la mirada anglosajona, la gobernanza se remite más a la idea del neo liberalismo más cercana a la visión de empresa y la administración privada de los recursos.
¿Qué se entiende por Gobernanza?
El concepto de gobernanza se ha puesto de moda, y hoy es más común escuchar o leer acerca de sus bondades por sobre otros modelos de intervención o de relación entre actores públicos y privados. La gobernanza, tal como sus parientes cercanos, gobernabilidad, cohesión, globalización; es un concepto más usado que entendido, pues podemos encontrarlo referido en distintas circunstancias.
Una definición más cercana a la realidad latinoamericana, Gonzalo Delamaza (en Fernández, 2009, p. 2) plantea a la gobernanza como: a) La ampliación y pluralización de los actores de lo público, a causa de las transformaciones sociales e institucionales como el Estado y lo público no estatal; b) el conjunto de procesos y arreglos institucionales conducentes a la coordinación de dichos actores; c) la construcción de metas comunes, definidas colectivamente sin pre determinación por alguno de los actores involucrados; d) un tipo de respuesta efectiva y coherente a la complejidad del entorno.
Gobernanza Local y Gobernanza Territorial
El tema de la gobernanza territorial es relativamente nuevo en América Latina. El conocimiento existente sobre experiencias concretas en ambas materias es todavía limitado. En general, estas tienen menos de 15 años de vida y están fuertemente determinadas por sus respectivos contextos nacionales, que determinan una variedad bastante heterogénea de entender el territorio y de establecer arreglos institucionales.
La territorialidad se interpreta como un proceso de construcción social del comportamiento en el territorio, donde el reto está en la capacidad de las políticas públicas de adaptarse al territorio, y no viceversa. De aquí nace el concepto de cohesión territorial utilizado por la UE con el fin de lograr un desarrollo territorial equilibrado y sostenible del conjunto de la Unión (Farinós, 2008). La cohesión territorial alude a la inversión política regional, a la competitividad, desarrollo endógeno, sostenibilidad y buena gobernanza. De esta manera, contribuye a dar mayor coherencia a las políticas, tanto desde el punto de vista vertical (multinivel) como horizontal (intersectorialidad).
Por esto, la gobernanza territorial se ha convertido en un instrumento en el cual se han depositado las esperanzas de una gestión efectiva de los gobiernos en cuanto a sus políticas de desarrollo (Farinós, 2008). Es un modelo alternativo de gestión pública que centra su atención en el proceso de reterritorialización del Estado y sus nuevas responsabilidades a partir de ello, es decir, en el campo de la política territorial. Por tanto, la gobernanza territorial alude a la aplicación de los principios de la buena gobernanza en las políticas territoriales y urbanas teniendo por ello un carácter específico debido a que su objetivo principal es el territorio. Una buena gobernanza permite que la responsabilidad política sea compartida, explotando el potencial del capital territorial de manera eficiente, asegurando que al interior de los Estados haya una colaboración mutua entre las políticas económicas, sectoriales y de desarrollo.
Por su parte, la gobernanza local trata del poder y de la autoridad y de cómo una región, municipalidad o comunidad cualquiera gestiona sus asuntos; por tanto, incluye a los ciudadanos, las instituciones y las relaciones de estas con el estado a nivel regional, municipal y comunitario. De esta manera, es imposible hablar de gobernanza local sino existe previamente una gobernanza democrática a nivel central (Comisión Europea, 2008).
En síntesis, la gobernanza territorial y local implican una nueva manera de relacionar la acción pública y las manera en que esta es aplicada en los territorios, gracias a la emergencia y puesta en práctica de innovadoras formas compartidas de planificación y gestión de las dinámicas territoriales; a fin de acordar visiones comunes de todos los actores y niveles concernientes en pos del futuro del territorio. Por lo tanto, la participación de la población en los asuntos públicos y concretamente en las decisiones que impactan a los territorios, constituyen los requisitos relevantes para la nueva gobernanza.