Ya no soy el poeta que escribía retahílas; ahora me habita la posibilidad de lo breve
Ciudad de México, 28 de mayo del 2024.- Son múltiples las virtudes de Ni xochitl, ni kuikalt-La canción de las flores, el libro más reciente del poeta y activista nahua Mardonio Carballo, quien rompe una sequía de 10 años sin publicar, tras la aparición en 2014 de Las horas perdidas.
En principio, es un acto de resistencia, como todo ejercicio de escritura, explica el también periodista y actor, así como un homenaje a las lenguas originarias de México y un empeño por dignificar el hacer de los escritores indígenas. Es, asimismo, un proyecto editorial en el que la voz del náhuatl se recrea en su poderío y musicalidad, al tiempo de que es llevada a otros terrenos lingüísticos y sonoridades, ya que esta obra fue editada en tres versiones bilingües: náhuatl-español, la original hecha por el autor, así como náhuatl-francés (Le chant des fleurs) y náhuatl-inglés (A Song of Flowers), traducidas por Patrick Saurin y Adan W. Coon, de manera respectiva.
El libro está integrado por 49 poemas del poeta nacido hace medio siglo en Chicontepec, Veracruz, 40 breves y nueve extensos, así como ilustraciones del diseñador mexicano Fernando Laposse, distribuidos en 120 páginas hechas con papel de hojas de maíz y de vid. Fue prologado por el escritor, traductor y editor argentino Alberto Manguel, lector de Jorge Luis Borges cuando éste comenzó a perder la vista. Su publicación se debe a la editorial francesa JBE Books, especializada en ediciones de arte y poesía, en colaboración con la marca de champán Perrier-Jouët.
Será presentado mañana a las 20 horas en la sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes, luego de que hace unos meses se hizo en París, Francia, en la Casa de América Latina, y en el consulado general de México en Nueva York, Estados Unidos, y de forma previa a que se presente en la Feria de Libro de Madrid, España, el 16 de junio, así como en Los Ángeles, California, en julio. La naturaleza, las flores, los árboles, la fertilidad, el erotismo y la embriaguez son los hilos conductores de este poemario.
La mayoría de los textos, alrededor de 70 por ciento, es de reciente creación; el resto fue ya publicado, aunque no en un único ejemplar, por lo que puede considerarse un material inédito, dice a La Jornada Mardonio Carballo. Desde hace años tengo una obsesión por los árboles y las flores. Este libro se nutrió de mi fascinación por ellos, así como por la brevedad, a la cual llegué luego de traducir un libro de haikús. Ya no soy ese poeta que escribe una retahíla, sino que ahora estoy instalado en lo breve, refiere.
Es algo que ahora me habita y que quiero indagar, esa posibilidad infinita de la brevedad. Para alcanzarla, hay que dar muchas vueltas y pensar mucho, se tiene que buscar una virtud filosófica que sustente cada poema; lo que hice fue buscar en la filosofía náhuatl. Según el también conductor de radio y televisión, pionero en la difusión de las lenguas indígenas y sus respectivas culturas en los medios de comunicación, Ni xochitl, ni kuikalt-La canción de las flores es expresión y resultado de su proceso de madurez como ser humano. Tiene que ver, también, con que me reconcilié, porque en un principio yo era más bien un artista muy disidente, muy combativo, y aquí ocurre otra cosa; la edad va haciendo su trabajo.
Estoy más apaciguado; de hecho, en una suerte de contradicción, me vuelco sobre los tópicos que quizás antes había criticado: la flor y el canto, detalla. “Siempre me preguntaba por qué todo mundo habla de flor y canto, si la poética puede ser mucho más amplia; por qué todo mundo siempre cita a Nezahualcóyotl, si hay poética de la ruptura, la disrupción, la lucha, el movimiento. Ahora me concentro en cómo cae una hoja de un árbol; pienso que tiene que ver con el proceso de madurez, también con muchas más lecturas.
Ya no soy ese chamaco enojado, eso ya pasó, además de que tampoco ha sido la narrativa de mi carrera. El arte, un acto anfibio La búsqueda de Mardonio Carballo en el tema indígena, precisa, ha sido más bien la dignificación, tener razones para luchar; pero antes era más frontal. Ahora ya no, aprendí de lo anfibio. El arte, la creación, es un acto anfibio: tiene que saber uno cuándo pararse en la cresta de la ola y cuándo dejar que se apague. Considero que estoy en ese momento.
El autor refrenda que su nuevo poemario apela a la dignificación de las lenguas originarias y de los escritores indígenas: “creo que le habla al compañero indígena, le dice que puede soñar, luchar e inscribir su lengua, nuestras lenguas, en el concierto de la literatura universal. Los escritores en lenguas indígenas somos bastante endogámicos. Disiento de ello: hay que buscar otros públicos; seguro podremos encontrarlos donde quiera que estén, porque siempre habrá un eco que llegue.