El instinto del búho
30 de diciembre de 2015.- No te dejes engañar por su aspecto tierno: el búho de este video es, en realidad, un temible depredador de roedores. Solo que viene en un estuche pequeñito y adorable.
Este plumífero es un tecolote afilador, muy joven, que fue captado en video interactuando con la ayudante de un alguacil de Boulder County, Colorado.
Aunque hace poco abandonó su nido, el chiquitín casi ha alcanzado su pleno desarrollo. “Podrías meterlo en una lata de puré de tomate”, dice Glenn Proudfoot, investigador asociado y experto en búhos de Vassar College.
Aun con su tamaño diminuto, no hay que subestimar a estas pequeñas aves. “A esa edad son encantadores, rechonchos y velludos”, informa Michael Tincher, coordinador de rehabilitación de la vida salvaje del Programa de Aves Rapaces de las Montañas Rocosas. “Pero en unas cuantas semanas, desarrollarán su cerebro y se convertirán en depredadores muy, pero muy feroces” que cazan pequeños mamíferos como campañoles, musarañas, tuzas y ratones, además de insectos y otras aves. Digamos que es un adorable controlador de plagas de la naturaleza.
En el video, el búho afilador enfrenta a la ayudante del alguacil ladeando la cabeza, moviéndola arriba y abajo, y chasqueando el pico, conductas típicas de un búho joven, explica Tincher.
Los movimientos de cabeza pueden ayudarle a ver y escuchar mejor, en tanto que el chasquido del pico anuncia su agitación.
Su aspecto «velludo» se debe a que el animalito esponja el plumaje para lucir más grande frente a un depredador potencial, agrega John Confer, especialista residente de Ithaca College. “Es una conducta instintiva para reducir las probabilidades de ataque de sus depredadores”.
El nombre del búho deriva de su distintivo reclamo, que semeja el sonido de una sierra frotándose contra una piedra de afilar. El búho afilador es endémico de los bosques de casi todo el territorio norteamericano, pero ¿qué hacía este pequeño en un camino? “A esa edad, el mundo es como un patio de juegos”, dice Tincher. “Bajan de los árboles, dan saltitos en el suelo, revolotean hasta los arbustos y las ramas bajas, y hacen una suerte de ping-pong para subir por los árboles”.
Esas conductas ocasionan que jóvenes rapaces como este ejemplar sean muy vulnerables a los vehículos que circulan en carreteras. Si algún conductor llega a toparse con una, Tincher recomienda contactar con un centro de rehabilitación para pedir instrucciones. Si el ave no está lesionada, bastará con ahuyentarla cuidadosamente o colocarla junto al camino.
Por fortuna, ninguna de esas acrobacias fue necesaria para este diminuto búho, que dio una buena mirada a la ayudante del alguacil y se alejó, volando sin problemas.
Con información de: NATIONAL GEOGRAPHIC
Autor: Rachel A. Becker