Con sufrimiento, México consigue boleto a Copa América
Ciudad de México, 22 de noviembre del 2023.- En el mítico estadio Azteca, las ilusiones de la selección mexicana, tan poco favorecidas por la realidad de los partidos, son misterios que sólo el futbol puede entender. Si todo se ciñera a ganar torneos de segundo orden como la Copa Oro, el futuro que se avecina rumbo al siguiente Mundial podría ser menos tenso de lo que aparenta, pero está lejos de serlo. La victoria (2-0, 4-2 en penales) ante Honduras, que aseguró el boleto a la Copa América en una sufrida serie de cuartos de final en la Liga de Naciones de Concacaf, es también un prueba de que las alertas aún existen.
Miles de personas que sufrieron en anteriores procesos desconfían no sólo del equipo nacional, sino también del entrenador Jaime Lozano. Los silbidos recuerdan viejas tempestades, como si insistieran en quedarse allí pese al inicio de un nuevo proceso. “Esto nos debe servir para recapacitar”, aseguraba don Fermín, un comerciante de playeras y artículos no oficiales que miraba desde su puesto la baja venta de boletos en las taquillas. “Fue una vergüenza lo que pasó en Honduras, no hay esperanza ahora y tampoco creo que exista en un futuro”.
Después de caer con estrépito en Tegucigalpa (2-0), para los mexicanos no parecía haber escalas intermedias. Era forzoso ganar por tres goles y mantener en cero su portería, para evitar que la definición se extendiera a tiempos extra o penales. Los aficionados catrachos rememoraban el triunfo de 2013, como si con ello pudieran meterse en la cabeza de sus rivales. En un templo que era casi invencible en otras épocas, su selección consiguió en una eliminatoria mundialista una victoria de gigantescas proporciones. Fue la segunda vez que se habló en el mundo de un Aztecazo.
Muy a pesar del ruido y las tensiones del exterior, el representativo tricolor entregó su empeño a dos valores fijos en ataque: Uriel Antuna e Hirving Lozano, elementos que nunca logró neutralizar la H. Sus embates a gran velocidad convertían los espacios en renglones a seguir, por eso el 1-0 parecía un fruto anticipado. Lo intentaron más de una vez con remates desde fuera del área y en jugadas de táctica fija, pero no hubo suerte.
Fue hasta que Luis Chávez en un tiro libre pegado hacia la derecha, su sello desde el pasado Mundial, quebró el nerviosismo de sus compañeros con un golazo (43).
Si algo no había logrado hasta el momento el equipo del Jimmy era precisamente eso: mantener el contacto con el ritmo del juego durante todas sus fases. Con la defensa hondureña tirada abajo, la escalada de ataques mexicanos multiplicó su nivel de frecuencia. Sin tiempo que perder, y a pesar de las miradas confrontativas por su convocatoria a través de un proceso de naturalización, Julián Quiñones entró al escenario que más conoce con el América.
Fallas, polémica y penales
En cuenta regresiva, Quiñones fue para el Tricolor de Lozano un último llamado de emergencia. Los más entusiastas soñaban con un gol que detonara el júbilo de los aficionados en el Azteca, un recinto que conforme avanzó el partido mostró una mejor entrada; y el delantero estuvo a punto de hacerlo, pero de pronto algo falló por razones desconocidas.
Solo y frente al portero, Quiñones perdió como pocas veces la posibilidad del tanto que alargaba la noche a los tiempos extra, con un tiro débil despejado sobre la línea. “No es el mismo del América”, murmuraba un grupo de seguidores en la parte alta de la tribuna, llevándose las manos a la nuca y resoplando profundamente hacia el cielo. “Regrésenos a la selección que ustedes, directivos, tienen secuestrada”, se leía a unos metros de ahí en una pancarta con letras gigantes.
El arbitro amonesta al portero de Honduras por adelantarse dos veces al cobro del penal de César Huerta.
Cualquiera que mirara a su alrededor encontraba más de un gesto desesperado en la afición mexicana. “¡Busca la pelota, Bebote!”, «¡Ve por ella, Quiñones, haz algo!”, incluso el grito discriminatorio de “¡eeeh puuu…”.
Los minutos finales fueron un salto al vacío, pero incluso en esas circunstancias Edson Álvarez irrumpió en el área y logró el empate de manera agónica luego de 11 minutos agregados, un regalo del árbitro salvadoreño Iván Barton.
Los hondureños entonces se sintieron perjudicados. Sí en la ida fueron un tifón que golpeó fuerte a México, anoche prefirieron ser una llovizna. Pasaron 30 minutos de los tiempos extra y, aunque la H perdió a Enrique Facussé y Denil Maldonado por expulsión, quedaron los penales. Allí, sin el lesionado Memo Ochoa, Lozano se encomendó a Luis Malagón, quien atajó el primer cobro y facilitó la ronda de los demás para el 4-2 definitivo.
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