Paso a desnivel | David Cárdenas Rosas | El organillero, un artista popular.
“Amigo organillero, arranca con tus notas pedazos de mi alma..” Por ahí va la canción compuesta por Ricardo Carrión e interpretada por Javier Solís. Eran los años 60´s. y desde entonces es un éxito muy reconocido en varios ámbitos.
Los organillos llegaron procedentes de Alemania y Austria a México en 1884.
Al principio su contenido musical lo componían las polkas que eran reproducidas y que encontraron eco y un lugar privilegiado en los salones de baile de las clases sociales altas.
Posteriormente las polkas fueron sustituidas por boleros, valses y música mexicana tradicional y la figura del organillero o cilindrero fue parte del paisaje musical.
En su mejor época a los organilleros se les invitaba a teatros, cines, restaurantes para amenizar en esos sitios y su presencia era muy bien reconocida.
Los operadores de los cilindros, se han caracterizado por su pulcritud y amabilidad, y se menciona que sus uniformes color beige y sus quepís militares son en honor al ejército de Pancho Villa
Las nuevas tecnologías frenaron la actividad de los cilindreros en México y solo en barrios como Peralvillo y Tepito se lograba contratarlos para amenizar alguna fiesta o –en su caso- despedir a un ser querido, en su funeral. Por ello dentro del repertorio de no más de ocho melodías, invariablemente están consideradas; “Las mañanitas y Las golondrinas”.
Por cierto hay cilindros que llegan a pesar hasta 60 kilos.
A mediados del siglo XX, el organillero perdió sus espacios y lugar y aceptación, ya que las nuevas generaciones de mexicanos, que ya escuchaban música en la radio, consolas y sonidos.
En Alemania, los organillos eran acompañados por un pequeño simio que se encargaba de recibir las monedas del público que gustoso cooperaban. Esta estampa anidó en México, por lo que los antiguos cilindreros en ocasiones eran acompañados por monos araña que cumplían con este mismo encanto.
En la actualidad, cada día es más difícil para los organilleros obtener recursos, al parecer hemos perdido la empatía con el singular sonido que emite este instrumento. Pero no podemos olvidar que existe toda una cultura y una economía detrás de estos artistas.
Los organilleros son fundamentales en cultura popular y el paisaje sonoro.
En 1975 se formó la Unión de Organilleros la República Mexicana y contaba con 120 miembros, hoy quedan menos de 50.
Es imprescindible conservarlos, por ello debemos motivarlos y agradecerles por continuar con esta tradición
El organillo, un instrumento que llegó de lejos.