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Paso a Desnivel | Por: David Cárdenas Rosas | José Inés Chávez García, el bandolero que se disfrazó de revolucionario.

En los movimientos sociales o armados, invariablemente surgen personas que amparados bajo la bandera de la lucha justificada, enarbolan la propia, y dan rienda suelta a sus ambiciones.

Han sido varios líderes, que por la “necesidad” de tener en sus filas contingentes, consideran positivo dar un espacio a personajes contrarios a sus ideales.

Lamentablemente, estas rémoras, solo aspiran a la gloria personal y saciar sus apetitos de dinero.

Este fue el caso de José Inés Chávez García, un hombre con alma de bandolero.

Inés nació el 21 de abril de 1889 en el rancho El Godino, en Puruándiro, Michoacán.

Por saber leer y escribir participaba en actos de la iglesia y al igual que su familia se dedicó a las labores del campo, montaba a caballo y era muy dispuesto a las faenas

Su carrera en las armas inició en la policía rural porfirista, pero desertó en 1911 para enlistarse como revolucionario.

En plena efervescencia revolucionaria 1913, se sumo a la lucha con Gertrudis Sánchez y Anastasio Pantoja en Michoacán

Llegó el año 1914 y en agosto de 1914, al  ser anulado el gobierno huertista en Michoacán, Inés obtuvo el grado de Capitán Primero, y permaneció fiel a Pantoja.

Cuando Pantoja fue fusilado, en 1915, Inés regresó a Puruándiro,  y ahí organizó su tropa de bandoleros.

Durante actividad como “revolucionario” fueron conocidos sus atropellos y su nombre cobró fuerza después de 1915 por sus saqueos a distintas poblaciones de Michoacán, Guanajuato y y Jalisco.

La fuerza de Inés Chávez García se dio en los años de 1917 y 1918. Su ejercito llegó a alcanzar los tres mil hombres. El con sus  bandidos dominaba ya amplias regiones de Michoacán.

En 1918, saqueó e incendio del pueblo de Cotija,  La Magdalena, Valle de Santiago y Uriangato,

En el ataque a la ciudad de Manuel Doblado, las familias que huyeron despavoridos a los cerros, murieron calcinados o asesinados.

Posteriormente Inés enfermó de influenza española y mantuvo una desesperada agonía.

Antes de morir el bandido dijo: “Yo no creo que alcance perdón, dicen que soy un diablo” pero pidió la presencia de un cura.

Un bandido que se disfrazó de revolucionario.

El 11 de noviembre de 1918, el bandido murió en Purépero, Michoacán. Murió a los 29 años de edad.

Poco tiempo los delincuentes que le acompañaban se dispersaron, todos huyeron sabedores de que la justicia los alcanzaría por homicidas que se se disfrazaron de revolucionarios, para como su jefe Inés, saquear robar y asesinar justificándose que lo hacían por la revolución.

 

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