Colaboraciones

Paso a desnivel | Por: David Cárdenas Rosas | Francisco Villa enfrentó a Garibaldi

Su abuelo ya era una leyenda, había luchado en Brasil, Uruguay e Italia.

Su nieto, Giuseppe Peppino Garibaldi tuvo también una vida de aventurero y un día llegó a México.

En 1911 pese a tener la idea de comenzar un negocio minero en Chihuahua, el 7 de febrero, abandonó la empresa y se unió al movimiento de Francisco I. Madero

Pero la incorporación de “Peppino” Garibaldi a las tropas maderistas generó molestias, en los ánimos de Pascual Orozco y Francisco Villa, sin embargo Francisco I. Madero se mantuvo firme y defendió al italiano:

“[…] puesto que siempre que un pueblo ha luchado por su libertad se ha repetido el ejemplo de que numerosos extranjeros hayan ido a luchar en las filas de los libertadores”.

Por su experiencia previa, Garibaldi se integró a la batalla de Casas Grandes y de Ciudad Juárez, ambas en Chihuahua.

Debido a su participación, Madero, lo ascendió a jefe de la Legión Extranjera, lo que molestó más a  Villa que no veía bien el que un extranjero tuviera un cargo entre los altos oficiales mexicanos.

El conflicto.

Un día, soldado villista, refiere Paco Ignacio Taibo II en su libro “Pancho Villa Una Biografía Narrativa”,  cruzó el campamento de Giuseppe Garibaldi y éste enfadado lo desarmó, el soldado reportó los hechos y acusó a Garibaldi y a  sus soldados del atropello surgido y Francisco Villa remitió un recado a Garibaldi pidiéndole regresara el arma a su compañero de lucha.

Garibaldi contestó en el reverso del papel: “No entrego nada de rifle. Si usted es hombre, yo también lo soy. Pase usted por él”. No sabía Garibaldi que había tocado herida. Villa había sobrevivido en el mundo sin dejar pasar uno de esos retos que cuestionaban su imagen.

Garibaldi había propuesto un encuentro con Madero para zanjar el asunto, pero antes de que se produjera, Pancho Villa se presentó en el campamento con varios hombres armados y se dice que le echó el caballo encima, le dio un culatazo en la cabeza con la pistola y todavía lo regañó, lo desarmó y desarmó a los suyos, diciéndole que agradeciera que no lo fusilaba.

Madero llamó a Villa y le pidió cuentas por el desaguisado y Pancho le enseño la nota, aún así, Madero obligó a Villa a disculparse y llamó a Garibaldi. Ambos jefes se abrazaron en su presencia y Villa acompañó a Garibaldi a su campamento y le devolvió las armas.

Peppino Garibaldi gustaba de participar en la lucha armada, solo que nunca imaginó que el destino lo pondría frente al Centauro del Norte y la cosa quedó clara para el y la legión extranjera.

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