Paso a desnivel | Por: David Cárdenas Rosas | Doris Heyden y el Renacimiento Mexicano
Fue dentro del conjunto de creativos un elemento fundamental para dar vida al llamado “Renacimiento Mexicano”.
Doris Heyden junto con Leonora Carrington, Remedios Varo, Manuel Álvarez Bravo, Miguel Covarrubias, David Alfaro Siqueiros, Frida Kahlo, Diego Rivera y otros grandes artistas dieron vida a un sentimiento de unidad espiritual que se materializó en cada una de sus obras generando una corriente que reseñó y sintetizó la identidad nacional en cada una de las artes.
Doris Heyden llegó de otras tierras a nuestra patria. Nació en Nueva Jersey, EU. Su infancia estuvo muy cercana a las letras, a la música y a distintas expresiones artísticas. El medio ambiente social en el que se desarrolló, la impulsaron a escribir para diarios locales a la edad de diez años.
En el Instituto Pratt de NY, Doris Heyden estudio arte y diseño, y fue ahí cuando se encontró de frente con el arte mexicano.
Interesada en estas expresiones decidió viajar a México y conocer su cultura. Llegó a nuestro país y conoció al fotógrafo Manuel Álvarez Bravo quien le mostró la historia de la fotografía nacional. Fue un avance muy notorio de Heyden que al conocer los trabajos decidió aprender fotografía e incursionó en esta mágica disciplina. Poco tiempo después Manuel y Heyden unieron sus vidas.
Trabajando ya de tiempo completo en la cultura mexicana y enamorada del pasado y presente nacional, con sus libros y cuadernos bajo el brazo, realizó estudios de posgrado en la Escuela Nacional de Antropología e Historia.
Su empeño y el tiempo le dieron la maravillosa oportunidad de no ser nunca más ajena a esta institución de la que más adelante fue docente lo mismo que en otras como la UNAM y la Universidad de las Américas.
Nadie negó nunca el conocimiento de Doris Heyden acerca de la cultura nacional, por lo que en reconocimiento a su amor por México tuvo la encomienda de ser la curadora de la sala teotihuacana del Museo Nacional de Antropología, asimismo, con su cámara al hombro, fue investigadora para el INAH.
Luego aprendió la lengua Náhuatl con la que reforzó su actividad como investigadora de los pueblos indígenas,
Se interiorizó en la cerámica, los códices y creencias religiosas y mitos de Mesoamérica.
Doris contaba que cuando vio de cerca la figura de Coatlicue se quedó pasmada, y nunca más se separó de la cultura mexicana.
Doris amó al arte popular mexicano y viniendo desde lejos, Doris Heyden fue una gran mujer que aportó lo mejor de su vida a favor de México.