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Consumar su misión científica, aporte de ucranios en la Antártida a su país

Buenos Aires, 12 de abril del 2022.- Se dedican a las mediciones, a la observación, al análisis. Se esmeran por hacer su trabajo “lo mejor posible”, como una “contribución” a su país. Son los científicos ucranios de la base Vernadsky, en la Antártida, desde donde sufren la incursión militar rusa con impotencia.

“Al principio pasamos varias noches sin dormir. Todo el tiempo intentábamos saber cuál era la situación en nuestras respectivas ciudades. Ahora revisamos las noticias al despertarnos y antes de ir a dormir, en cada momento libre”, relató a Afp Anastasiia Chyhareva, meteoróloga de 26 años, en un mensaje escrito y grabado en video.

La base Vernadsky está en isla Galíndez, a mil 200 kilómetros de distancia de la ciudad argentina de Ushuaia (Tierra del Fuego) y a más de 15 mil de Ucrania. Cuenta con un equipo de entre 11 y 13 personas.

En el lugar, poblado de pingüinos y ballenas, se levantan bajo la bandera de Ucrania seis edificios bajos en medio de un paisaje majestuoso de nieve, océano y rocas, con un clima cambiante y traicionero, en el que la temperatura va de entre uno y -3 grados Celsius en otoño y hasta -20 en invierno.

El trabajo consiste en la observación meteorológica, geofísica, geológica y biológica. A veces las tormentas de nieve obligan a los jóvenes científicos a recluirse durante varios días en su base. La guerra, lejana geográficamente, está siempre presente en sus pensamientos.

Como en otro planeta

Para el geofísico y analista de datos Oleskandr Koslokov, la primera impresión fue “como si todo eso ocurriera en otro planeta, y no en nuestro mundo.

Esa sensación se generaba por mi ausencia de Ucrania. (…) Pero la voz de mi esposa cuando por Whatsapp me habló de las primeras explosiones en Járkov, me colocó en el centro del lugar en tan sólo un minuto”, recordó.

“Entonces, empecé a orientar a mi familia sobre cómo actuar. No tuve tiempo de reflexionar. Tenía que ayudarlos a sobrevivir y escapar de mi ciudad, a sólo 40 kilómetros de la frontera rusa, antes de que se convirtiera en un infierno impredecible”, añadió Koslokov, cuyos familiares hallaron refugio en Alemania.

El biólogo Artem Dzhulai, de 34 años, oriundo de Kiev pero con familia en otras partes de Ucrania y en Crimea, contó: “Me informo de la situación en Ucrania todos los días a través de Internet, pero es duro estar tan lejos y no poder ayudar”.

Chyhareva explicó que se levanta a las 2 de la mañana (7 horas en Ucrania) “para saber cómo pasaron la noche. No puedo empezar el día si no me mandan un mensaje diciendo que todo está bien”, señaló. Sus padres y abuelos han tenido que dormir muchas noches en un refugio.

La bióloga marina Oksana Savenko resumió los sentimientos del grupo. “En la base estamos entre la tristeza, debido a la angustia por la suerte de nuestros familiares y amigos, y el ánimo fuerte por el orgullo que sentimos por nuestro ejército y nuestra gente que luchan valientemente por el derecho a vivir en un país libre”.

El equipo se irá de la Antártida en pocos días, luego de un año. Su relevo está en proceso de transición.

En estas semanas, se han esforzado por ayudar con donaciones, colecta de firmas y cursos en línea para distraer a los niños ucranios, pero consideran que su principal aporte consiste en cumplir con su misión científica.

“Hacemos nuestro trabajo lo mejor posible. Es nuestra contribución, porque los que están combatiendo no tienen tiempo para esto”, afirmó Chyhareva.

Savenko, originaria de Kiev, dijo que su familia se siente feliz de saber que ella está “lejos y a salvo a pesar de que no me han visto durante un año entero”.

Con información de: AFP

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