Análisis | Por: Pedro Luis Noble Monterrubio | Solidaridad con el periodismo de México
A lo largo de este 2022, 5 periodistas han sido privados de la vida en nuestro país. José Luis Gamboa, Margarito Martínez, Lourdes Maldonado, Roberto Toledo y Heber López Vázquez han sido aquellos profesionales de esta industria que perecieron en el marco de su ejercicio diario, dejando con su pérdida una pena irremediable para sus familiares y amigos, así como sendas protestas a los 3 órdenes de gobierno desde el gremio periodístico, en aras de exigir justicia ante su muerte y por otro lado, las garantías de que este tipo de asesinatos ya no se susciten más.
Hasta este 24 de febrero, por cierto día de la bandera de México, máximo símbolo de nuestra nación e insignia nacional que dota de identidad como pueblo, la industria del periodismo ha protestado en aproximadamente 23 estados. Es así como ha surgido la convicción en el sector, de que en estos días su profesión se encuentra amenazada desde el momento mismo de ejercitar la libertad de expresión salvaguardad desde nuestra Constitución Política y que determinado posicionamiento, opinión o crítica surgida desde sus portales noticiosos o editoriales que sea considerada una afrenta a intereses oscuros puede desencadenarse en la pérdida de la vida para todo aquel reportero, conductor, fotógrafo, editor o incluso directivo que secunde tales o cuales posiciones difundidas en cualquier medio digital o escrito.
Conforme a diversas mediciones oficiales, se tiene por acreditado que en México se cometen aproximadamente 100 asesinatos diarios, una cifra que por sí sola representa una seria alarma en virtud de la incidencia patente, pero lo cierto es que desde meses recientes, las y los periodistas han recibido ataques sistemáticos y continuados, lo cual ha supuesto una artera vejación sobre sus identidades y marcadamente sobre su desempeño profesional.
Un patrón comprobable y desafortunadamente repetitivo es el de que las y los periodistas arriesgan su propia integridad buscando la noticia veraz y oportuna que su audiencia requiere, pero en medio se encuentran frente a una enorme corrupción que subsiste en muchas regiones de nuestro país, al amparo de los poderes político y económico. Estos que dolosamente se hacen de los productos periodísticos tales como notas, publicaciones, columnas y relatos que buscan tergiversar determinadas coyunturas que no conviene su conocimiento por parte de la opinión pública, en lo que el libre acceso a la información se consagra incluso por mandato de ley en favor de todo ciudadano mexicano con pleno uso de sus derechos.
Un hecho irrefutable es que desde tiempos históricos, México ha sido tierra de destacados perfiles del periodismo como Jacobo Zabludovsky, Rosario Castellanos, José Pagés, Elena Poniatowska o Julio Scherer, en tanto que en Hidalgo nuestra casa, periodistas como Margarita Michelena, Ricardo Garibay, Elisa Acuña o Miguel Ángel Granados Chapa, entre muchos otros, son orgullo con su legado periodístico.
Hoy por lo pronto, hago de este espacio de difusión que me posibilita la Organización Editorial Mexicana, el idóneo para expresar mi cercana solidaridad con las y los periodistas de nuestro país y particularmente con las y los hidalguenses. Sus probados perfiles, amplia experiencia y acreditado liderazgo de opinión son motivo de reconocimiento, respeto y alta admiración, ya que han servido a sus comunidades de forma por demás decente y profesional, buscando siempre la confiabilidad de sus informaciones.