Acervo | Por: Pedro Luis Noble Monterrubio | 200 años de libertad y soberanía
El pasado 27 de septiembre se conmemoró el bicentenario de lo que contextualmente conocemos como la consumación de la independencia de México, movimiento iniciado en 1810 al llamado de un grupo de libertadores encabezados por Don Miguel Hidalgo.
Fue en 1821, justo en la fecha anteriormente citada cuando la figura icónica del General Agustín de Iturbe al mando del ejército Trigarante hizo destacar a un amplio grupo de militares, pero también de civiles, quienes dieron por terminado el combate contra las fuerzas españolas para dar paso al proceso de consumación de una independencia histórica y trascendental en la Hispanoamérica de la época.
Para México, 200 años como nación independiente, es sin duda alguna, una corta temporalidad en comparación a otras naciones en el orbe que de forma amplísima han delineado la construcción social de sus países, pero estos 200 años post independentistas han sido también un espacio de una dinámica vida nacional que ha posibilitado cimentar conceptos primarios de nuestro régimen estructural como el federalismo, el Estado de derecho o la división de poderes, entre muchos otros.
México es hoy en día una nación garantista de la democracia, auspiciadora de regímenes de gobierno legitimados por su sociedad, orgullosa de su etnografía, diversa en cultos, tradiciones, usos y costumbres; así como parte activa por su condición geográfica de agendas regionales, lo mismo en Norteamérica que en Latinoamérica.
Nuestro país con todos aquellos problemas culturales y coyunturales propios que afronta de manera continuada es terruño también de millones de ciudadanos quienes hemos tenido el alto honor de haber nacido aquí y construir nuestros desarrollos de vida en el cobijo que esta patria grande nos dota a diario. Existen también retos que se ligan a las problemáticas previamente situadas y por su complejidad invariablemente exigen de una corresponsabilidad entre sociedad y gobierno para encontrar soluciones prácticas que posibiliten mantener a salvo nuestros índices de estabilidad, lo mismo social, que económica, financiera y a final del día, de gobierno en cada una de sus facetas.
La perspectiva de este México independiente en el marco de nuestros días, supone también el establecimiento de prioridades en la agenda ya sea pública o privada, para que estas respondan al momento que demanda nuestra vida en pleno siglo XXI, con todas las reconfiguraciones que suponen nuestros días, como por ejemplo, el concepto de nacionalismo, el cambio climático, la era de la digitalización, el multiculturalismo, el libre comercio o la inmigración; sólo por citar algunos fenómenos sociales de este México parte del mundo, sin dejar de lado, a la salud pública con una pandemia por en medio, como ha sido esta del COVID-19, altamente lacerante para nuestro país.
Frente al presente y al futuro inmediato, México debe tener convocatoria natural y esta es la de continuar por la ruta de la apuesta a la educación de su pueblo, el fortalecimiento a la industria, a la inversión nacional y en el contexto de la globalización, naturalmente a la inversión extranjera; el impulso a la creación de empresas así como el apoyo decidido a sus prestadores de bienes y servicios, apostando a la formalidad de estos, antes que de la informalidad, para que en suma se detone el desarrollo social y económico que por derecho humano las y los mexicanos merecemos como condición natural al esfuerzo independentista de miles de mujeres y hombres que ofrendaron su vida por dar vida a una nueva nación y de quienes somos sus herederos, legatarios y beneficiarios.
Que la herencia que a su vez dejemos sea de una nación, un país de libertades, de respeto, de paz, de tolerancia, de oportunidades, de crecimiento y de prosperidad para todos. Felicidades México por tus primeros 200 años de vida libre y soberana!