Charlas de taberna | Por: Marcos H. Valerio | Tercera generación xochimilca que oferta los mejores elotes
Nueve mujeres oriundas de Xochimilco, además de ser la tercera generación de vendedoras de elotes, dan un sabor especial a los esquites, tamales, pan de elote o queso. Son famosas por su sazón, por ello, personas de otras alcaldías, llegan frente al mercado 44, en la calle Vicente Guerrero, en el primer cuadro de la demarcación, para degustar exquisitos productos.
Ellas, instalan sus pequeños puestos desde las 10:00 de la mañana hasta las 20:00 horas de la noche. “En septiembre se van más tarde, ya que es cuando más venta tienen”, coinciden estas vendedoras.
Doña María Concepción Salazar, quien lleva 30 años ofreciendo sus productos, comenta: “Soy de San Mateo Xalpa. Aún recuerdo a mi abuelita cuando venía a vender. Traía sus elotes en diablito o en carretilla, utilizaba un anafre para calentar los productos. Hoy venimos en una camioneta y utilizamos una parrilla”.
La lluvia cae a torrenciales, pero ni las inclemencias del tiempo las quita, siguen en pide, se cubren del agua apenas con una lona. Saben que con el frío se antoja un alote calientito, por lo que, tienen la esperanza de que apenas termine el aguacero, la venta mejorará.
Asimismo, Patricia Hernández, señala que lleva 19 años vendiendo sus elotes. Añade que en septiembre, mes patrio, es cuando más venta hay. “Nosotros sembramos y cosechamos los elotes, por lo que es garantía que los productos son frescos, y es por ello, que vienen de otras alcaldías a adquirirlos”, dice.
Por su parte, Geraldín Velázquez, oriunda de Santa Cruz Acalpixca y vendedora desde hace 10 años, confirma que son la tercera generación de vendedoras. Expone que ofrecen elotes criollo o cacahuazintle desde 10 pesos, esquites de 15 a 20 pesos. Así como panes de elote o queso de 15 pesos.
Cabe destacar que, según datos del Archivo General de la Nación, el origen de este mercado público se remonta al 25 de agosto de 1550, fecha en que el Virrey Antonio de Mendoza otorga a los xochimilcas la facultad de comenzar a trazar y construirlo. Al que en ese tiempo se le denominó tianguis.