Paso a desnivel | Por: David Cárdenas Rosas | Los tankas de Mitsuko Kasuga
De sol a sol trabajaban sus padres; Inao Osaka y Yukie, ellos cultivaban arroz en Ina, Nagano; Japón.
Mitzuko nació el 15 de junio de 1914.
Tuvo una vida sencilla, amable, y una estricta educación.
A los 12 años de edad inició sus estudios en la preparatoria femenina.
En esa época, un trabajador robó dinero de la cooperativa de la cual Inao era responsable, el padre de Mitzuko tuvo que pagar el desfalco en un acto de honorabilidad.
La familia de Mitsuko quedó en la bancarrota.
A la edad de 17 años, edad propia para que las mujeres en su pueblo contrajeran nupcias, Mitusko no podía hacerlo por las condiciones de la pobreza familiar.
Tsutomu Kasuga un joven japonés que había emigrado a México deseaba casarse con una mujer de su tierra, y envió a un familiar a elegir a una joven con la cual pudiera casarse.
El joven Kasuga había tenido una familia con una economía boyante, murió su padre, perdieron sus tierras, y tuvo que trabajar en tiendas y luego emigró a América.
Mitsuko vio la fotografía del joven y compartió la de ella, para luego por carta, conocer un poco más a Tsutomu. La unión se formalizó y se realizó la boda “por fotografía”
En 1936, Mitsuko se despidió y embarcó hacia México.
En junio llegó a Manzanillo y luego al pueblo de Cerritos en San Luis Potosí y ahí vio a quién sería su compañero de vida; Tsutomu Kasuga.
Mitzuko comenzó a laborar en la abarrotería en donde trabajaba Kasuga.
Para facilitar el diálogo con los clientes, Mitsuko adoptó el nombre de Esperanza y Tsumotu; el de Carlos. Al año de residir y trabajar en Cerritos, Mitsuko dio a luz a su primer hijo a quién el matrimonio bautizó con el nombre de Carlos.
La familia crecía y decidieron independizarse abriendo una tienda en Cárdenas, también en San Luis.
El matrimonio tuvo dos hijos más, compraron un predio, ampliaron la tienda y el éxito sonreía.
En diciembre de 1941, Japón atacó Pearl Harbor.
En 1942, México declaró la guerra a los países que formaban el Eje; Alemania, Italia y Japón, por lo que los ciudadanos de Japón que vivían en el país, fueron declarados “extranjeros de país enemigo”. Mitsuko y su familia tuvieron que trasladarse a la Ciudad de México.
Y pese a tener que revender productos en el piso de la Merced, Mitsuko, nunca se rindió.
Mitsuko escribió toda su vida. Sus Tankas quedan para la posteridad.
Su libro Akane, Los Tankas de Mitsuko Kasuga, son camino y brújula de los migrantes japoneses en México.
Mitsuko, una mujer que llegó de lejos y que entregó su talento y esfuerzo, dejando profunda huella en México.