Protesta es moneda de cambio; organizaciones indígenas
- Líderes han encontrado la forma de conseguir predios y otros beneficios con manifestaciones
Ciudad de México, 24 de mayo del 2021.- La pluralidad de la Ciudad de México está manifiesta a través de comunidades como mazahua, otomí, purépecha, triqui y nahua, pero de ellas se derivan al menos 29 organizaciones indígenas cuyos líderes han encontrado en las protestas y bloqueos la presión necesaria para cumplir sus demandas, legítimas o no.
Dos de las organizaciones que recientemente han sido más visibles son la Comunidad Otomí en Rebeldía y Resistencia y el Movimiento de Unificación y Lucha Triqui Independiente (Multi).
Ambas tienen en común la exigencia de programas de vivienda, espacios para la venta de artesanías y programas de asistencia, pero todo controlado por sus líderes.
Una forma de operar de esas cúpulas es que cuando logran que sus agremiados sean integrados en programas sociales o de vivienda traen a más integrantes de sus comunidades, a quienes les solicitan obligatoriamente credencial de elector para registrarlos en sus padrones.
“Luego regresan a esas personas a su pueblo o la dejan aquí y así suman más agremiados a sus padrones”, se detalla en reportes de inteligencia a los que este diario tuvo acceso.
También presionan a las autoridades para que les den espacios en plazas comerciales y luego venden o rentan los locales.
Además, en romerías como las de septiembre o Navidad también consiguen espacios para vender.
“Muchos de estos liderazgos venden cada permiso en cinco o diez mil pesos, dependiendo de la época. El permiso obviamente el gobierno lo da de manera gratuita, pero ellos lo venden; es más, si el gobierno no les da carpas o no les da electricidad, vuelven a bloquear, desquician el tráfico, hasta que obtienen las carpas gratuitas. Después ellos les cobran a sus agremiados el precio de todos estos servicios que son gratuitos”, dijo un funcionario de la Secretaría de Gobierno, quien pidió no ser identificado y que lleva a cabo negociaciones con estos grupos.
Una de las caras visibles de la Comunidad Otomí en Rebeldía y Resistencia y el Movimiento de Unificación es la de su asesor, Diego García Bautista, a su vez integrante de la Unión Popular Revolucionaria Emiliano Zapata (Uprez) Benito Juárez.
Este grupo tomó el pasado 10 de mayo la estación Zapata del Metro y evitó que se cobrara el servicio a los usuarios, argumentando que exigían justicia para las víctimas de la tragedia de la Línea 12.
Desde el 12 de octubre de 2020 tienen tomado el Instituto Nacional de Pueblos Indígenas (INPI) ubicado en Avenida México Coyoacán, para exigir programas de vivienda.
También desplegaron contingentes que bloquearon la sede de la Fiscalía General de Justicia de la Ciudad de México y Avenida Fray Servando en apoyo a los familiares de la niña otomí que murió en un accidente de tránsito la madrugada del pasado 22 de marzo en Bucareli y Reforma.
Otras de sus luchas recientes son por un predio en la colonia Juárez, dos en la Roma y uno más en Iztapalapa.
En tanto, el Movimiento de Unificación y Lucha Triqui Independiente (Multi) ha logrado viviendas de interés social del gobierno capitalino en predios de las colonias Santa Anita, en Iztacalco; Roma y Doctores, en Cuauhtémoc, y Cañito, en Miguel Hidalgo.
“Al inicio de esta administración, la jefa de Gobierno entregó una unidad con aproximadamente 300 viviendas para integrantes de comunidades indígenas, entonces, eso ha generado que ellos llamen a más integrantes”, señaló una fuente del gobierno capitalino.
El Multi, de acuerdo con reportes de inteligencia, se ha convertido en uno de los beligerantes durante esta administración, al secuestrar calles, realizar plantones en edificios públicos como el Antiguo Palacio del Ayuntamiento, el Zócalo, avenida 20 de Noviembre, Eje Central, avenida Juárez y Periférico, así como invadir predios como el de la calle López 36, en el Centro Histórico, y mantener un campamento sobre la calle Roma, en la colonia Juárez.
Ante su exigencia para comercializar productos y artesanías en la vía pública, la Secretaría de Gobierno les ofreció “corredores rotativos” con más de 200 espacios en las inmediaciones del Panteón Francés, el Quiosco Morisco (Santa María la Ribera), las inmediaciones del Monumento a la Revolución y las aceras en torno a la Diana Cazadora y el Ángel de la Independencia, en Reforma.
Espacios que son ocupados semanalmente por esta organización.
Mujeres y niños al frente
Una regla en las movilizaciones de estos grupos es que se piden mujeres y niños, quienes son “controlados” a través de mensajes de Whatsapp para determinar desde la forma en que deben ir vestidos hasta cómo deben llevar a cabo los bloqueos.
“Su vestimenta es tradicional cuando van a manifestarse, porque eso es llamativo para los medios y luego las convocan a traer niños, porque si hay niños no las van a quitar de la vía pública y mucho menos las va a quitar la policía. Siempre se escudan en los usos y costumbres de su pueblo en la ciudad.
“Su discurso es que les violan sus derechos de pueblo y comunidad indígena, sus usos y costumbres y sus tradiciones, pero hay tradiciones que no son compatibles con las leyes de la Ciudad de México, como la explotación laboral, infantil o la violencia de género”, expuso una fuente del gobierno de la ciudad.
“No hay hombres triquis vendiendo, son sólo mujeres y niños, y los hombres triquis están a distancia, viendo o comiendo; son grupos de cinco a seis hombres observando cómo venden las mujeres”, abundó el entrevistado.
Con información de: https://www.excelsior.com.mx/