Charlas de Taberna | Por: Marcos H. Valerio | Cuando la pandemia nos alcanzó
El día que todo el mundo se tuvo que resguardar en sus hogares porque la pandemia nos acecha comprendimos muchas cosas.
En principio, todos: menores, padres de familia, adultos mayores, profesionistas, comerciantes, religiosos, tuvimos que acercarnos a la tecnología, a manipular cada aparato que nos acerca a la oficina, a las clases escolares e incluso a las reuniones sociales virtuales.
Los niños, de un día a otro, entendieron que la escuela ahora estaba en la sala, en su propia habitación o cualquier rincón de la casa. También comprendieron que ser autodidacta y disciplinados es importante para sus conocimientos.
Para los profesores no fue fácil, tuvieron que innovar para iniciar un nuevo método de enseñanza. Los que no estaban familiarizados con la tecnología, en 24 horas ya estaban utilizando plataformas para comunicarse con sus alumnos. Las redes sociales fueron la primera herramienta.
Los sacerdotes, empezaron a celebrar las misas a través de Facebook y twitter, principalmente. Para algunos feligreses, la fe no se sentía por estas vías de comunicación. El descernimiento de la Comunión Espiritual fue difícil para muchos (me incluyo). Lo cierto, según algunas encuestas, que por la pandemia la ciudadanía se acercó a su religión.
Que decir, de los empleados que laboran desde su casa, sobre todo, aquellos ejecutivos que se encerraban “a piedra y lodo en sus oficinas” y no podían ser interrumpidos a menos que se anunciaran y la secretaria consultaban su acceso. Hoy, es diferente, el pequeño hijo entra a la habitación y constantemente distrae al padre para mostrarle el dibujo que acaba de hacer o la esposa que tiene alguna duda. O bien, el hijo más grande que se interesa por las actividades de su papá y pregunta qué hace.
El día que la mayoría se resguardó, el mundo siguió girando, en los mercados públicos se redujeron los horarios e implementaron los protocolos sanitarios, pero había actividades. Las pequeñas tiendas de abarrotes, así como los mini comercios de verduras y comida, tuvieron que ofrecer servicios con entrega a domicilio y así poder subsistir. Incluso, innovaron ofertas o lista de precios que promovieron vía whatsapp.
Los pequeños y grandes establecimientos no esenciales, como se les designó, muchos de ellos quebraron. Las plazas comerciales, los restaurantes, por varias semanas permanecieron cerrados.
Esta época, en que la pandemia husmea por las calles, oficinas, transporte público, comercios, entre los amigos y familia. Entendimos que la salud es el tesoro más preciado en todo momento, y por tal, tenemos que cambiar, cuidar a toda la sociedad, decir te quiero a quien amamos, no dejar en silencio nuestros sentimientos, disfrutar sin reproche cada momento de la vida, no dejar pendientes.
El día que la pandemia nos alcanzó y muchos se tuvieron que resguardar en sus casas, lamentablemente no pudieron con el cambio de vida tan drástico. Las estadísticas muestran que la violencia familiar, incluso los abusos sexuales, se incrementaron debido al aislamiento.
Y así, el día que el Covid-19 llegó a nuestras vidas vimos perecer a familiares, amigos y conocidos. Otros, fueron víctimas de la crisis económica, de la falta de oportunidades laborales, y fue tal presión, que algunos llegaron al suicidio.
Este cambio de vida pegó a todos: niños, estudiante, padres de familia, abuelos, profesionistas, comerciantes, obreros. Entendimos que no estamos solos, hay un Creador que nos vigila y nuestra tarea es cuidar a la sociedad y así construir un nuevo mundo.