Paso a desnivel | Por: David Cárdenas Rosas | Miguel Marín voló para llegar a México.
Un día el guardameta anotó un gol en su propia meta.
Intentaba despejar con la mano y enviar el balón a su compañero; dio un giro casi completo y el balón se anidó en las redes. ¡Gol del Atlante…!
Ese es un recuerdo, entre tantos más, que han quedado en la mente y en la pupila de los aficionados. Fue un mal momento para él y un mal recuerdo para la afición cruz azulina. Pero los recuerdos gratos se cuentan por racimos.
Miguel Marín se enfrentó a los delanteros más letales desde su portería.
Hizo atajadas con vuelos espectaculares que le ganaron el apodo de “Supermán Marín”.
Comandaba al equipo desde la retaguardia y en un alarde de visión del futbol moderno, Marín que era portero y el último de los jugadores en la alineación defendiendo el marco, se convertía en el primer delantero del Cruz Azul.
Miguel Marín Acotto nació en Córdoba, Argentina, el 15 de mayo de 1945.
Debutó en las canchas a los 19 años de edad con el Club Atlético Vélez Sarsfield, participó también en los juegos olímpicos de Tokio.
Con el sobrenombre de “El gato” logró conquistar diversos triunfos.
Miguel Marín llegó a nuestro país contratado por la maquina en el año de 1971.
Acompañado de una escuadra futbolística que hizo época, el equipo alcanzó la gloria materializada en varios campeonatos.
De recio carácter -indomable ante la adversidad-, su flexibilidad y fortaleza para “aguantar” los tiros a gol de sus adversarios, hicieron de Miguel Marín el ídolo de grandes y chicos. Alcanzó el respeto de sus rivales y su comportamiento en la cancha como jugador fue siempre ejemplar.
El Cruz Azul con la garantía de su guardameta, un medio campo armador y una delantera certera, conquistó tres campeonatos seguidos. Y luego repitió la hazaña.
Miguel Marín se retiró del balompié en el año de 1980, dejando en la portería “muy alto el listón” para los nuevos guardametas y el recuerdo imperecedero de un profesional, buen compañero y deportista ejemplar para los nuevos guardametas que lo sucederían.
Una afección en su corazón lo obligó a colgar el uniforme de portero, continuó un tiempo participando como entrenador de equipos de futbol hasta que la lesión en su corazón le arrebató la vida.
Miguel Marín es, al lado de mujeres y hombres, una persona que, en su paso y estadía por nuestro país, emocionaron y, al ser arropados por este suelo, aprendieron y mostraron cada una de sus cualidades, sumando su ejemplo a favor de distintos auditorios.
Miguel Marín el guardameta que voló desde Argentina para llegar a México y seguir volando…