Los hackers tienen grandes ideas contra la pandemia.
- En Asia, hackers, desarrolladores web y otros entusiastas colaboran siguiendo datos del COVID-19 y dando mensajes de esperanza.
En enero, Lee Dong-hoon ya no soportó más la información errónea que inundaba las redes sociales, incluidos rumores sobre negocios contaminados, y fotos falsas de máscaras de las supuestas víctimas del coronavirus en Corea del Sur. Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades locales publicaron informes, pero fueron más difíciles de descifrar que las publicaciones de Facebook. Entonces, Lee, estudiante de la Universidad Kyung Hee, en Seúl, creó un sitio web que fuera contrapeso.
En un día, el programador autodidacta creó Coronamap.site para rastrear la propagación de infecciones. Puso el sitio en línea el 30 de enero con 82 dólares de su bolsillo. Al día siguiente, 2.4 millones de personas leyeron su publicación de Facebook al respecto. Después, Lee reclutó a 20 compañeros para actualizar las ubicaciones de infectados que reportó el gobierno. El sitio es fuente de datos precisos en Corea del Sur. “Espero que pronto tengamos cero infecciones para que la vida de todos pueda volver a la normalidad”, dice. “Entonces cerraré mi sitio”.
Apple y Google desarrollan un software de rastreo para alertar a los usuarios de teléfonos inteligentes cuando entran en contacto con alguien que ha dado positivo de COVID-19, pero en Corea del Sur, Taiwán y otros lugares, codificadores como Lee ya han intensificado la ayuda. Algunos son desarrolladores web profesionales, mientras que otros se creen hackers ‘cívicos’. Poco después de que Lee puso su sitio web en línea, se le pidió que se lo explicara al presidente de Corea del Sur, Moon Jae-in.
En Taiwán, el gobierno ha ayudado a coordinar los esfuerzos de estos hackers. En febrero, un ingeniero en Tainan creó una aplicación que mapea qué tiendas tienen cubrebocas, por lo que la ministra digital, Audrey Tang, quien tamién fue hacker cívica antes de unirse al gabinete en 2016, le pidió a Google que no le cobrara el alojamiento y que cediera un equipo para tener la aplicación estable. Google no respondió.
El gobierno taiwanés se las arregló anteriormente para organizar a voluntarios para trabajar en proyectos individuales, pero otros colaboraron para combatir la propagación de COVID-19. “Esta es la primera vez que tantos desarrolladores de la comunidad de hackers cívicos han desarrollado cientos de aplicaciones para un solo problema”, escribió Finjon Kiang, un desarrollador de software en Tainan en un sitio de intercambio de códigos para hackers.
“El gobierno no es bueno para desarrollar herramientas porque, en general, los servidores públicos no son los principales usuarios de estas”.
En Japón, el gobierno reclutó a desarrolladores para crear un sitio web multilingüe para el metro de Tokio y otro para todo el país. “Me sorprendió cómo la comunidad local tiene una fuerte motivación para ayudar al gobierno”, dijo Hal Seki, fundador del grupo de tecnología cívica Code for Japan. Kenji Hiramoto, funcionario del gobierno japonés, afirma que trabajar con los hackers cívicos hizo que el desarrollo fuera más rápido que con empresas.
Los voluntarios dicen que su trabajo también tiene como fin garantizar que sus gobiernos permanezcan transparentes y protejan la privacidad de ciudadanos, a medida que amplían el uso de la tecnología de vigilancia para detener el contagio. Kevin Chu, un joven en Singapur que codifica en su tiempo libre, relata que ‘desarmó’ una aplicación diseñada por el gobierno. Sin embargo, publicó sus hallazgos sobre la falla de privacidad, contactó a los desarrolladores, quienes actualizaron la aplicación, para eliminarla.
Eso no es tan fácil en países como China, donde los gobiernos han asumido un papel centralizado en el desarrollo y despliegue de aplicaciones que pueden usarse como vallas digitales y donde los funcionarios están menos inclinados a prestar atención a los piratas informáticos como Lee Doo-hee de Corea del Sur. Lee, un hacker convertido en fundador de startups, lidera un equipo de codificadores para desarrollar un sitio de inventarios de cubrebocas similar al de Taiwán. Los funcionarios del gobierno se comunicaron con él y con otros 100 desarrolladores, ofreciéndole proporcionar datos y alojamiento en la nube. “El hackeo cívico puede hacer que el gobierno cambie”, asegura Lee, quien señala que sirve como una salida en un país con un historial de protestas callejeras. “Este movimiento no es algo que desaparecerá en el futuro. Esta cultura se acelerará cada vez más”.
Foto: Bloomberg
Texto: Sheridan Prasso y Sohee Kim | Bloomberg