Dan carpetazo al caso de la tragedia de «la mayor y mejor fiesta del mundo».
Ciudad de México, 05 de mayo del 2020. Creado como un acto político por Dr. Motte en 1989, Love Parade se inició en Berlín con unas 150 personas, pero en sus últimas versiones llegó a reunir hasta un millón y medio.
Marchamos para expresar paz y placer a través del baile
, expresaba el Dj alemán.
Paz, alegría, amor
, eran las palabras más sonadas para describir al primer rave en el que esas personas desfilaron y bailaron por la avenida Kurfürstendamm, en la capital alemana. Lo hicieron arriba de tres camiones; en las últimas ediciones usaron más de 50, todos con estruendoso sonido tecno.
La mayor y mejor fiesta del mundo
, decían de ella los organizadores y participantes que llegaban de toda Alemania y gran parte de Europa. Asistían japoneses, españoles, franceses, italianos y daneses… muchísimos jóvenes de todos los rincones; eran pobres, de clase media y ricos; eran partícipes de esa interminable fiesta que se extendía a diversos foros y antros de la ciudad.
Todos querían ir porque era la representación del espíritu del nuevo milenio.
Con pelo pintado o cabeza a rape; desnudos o medio vestidos, con perforaciones y tatuajes en todas partes del cuerpo, y ataviados con ropa fosforescente y metálica, los fiesteros electrónicos bailaban desde las plataformas móviles o en la calle. La convocatoria era en nombre del amor. Todo se conjuntó para convertir esta reunión en un fenómeno social.
Todo acabó en Duisburgo
Hasta que en julio de 2010, en Duisburgo, donde se decidió trasladar el acto, todo acabó.
Una tragedia terminó con esta reunión casi utópica: una estampida humana mató a 21 personas e hirió a más de 650, algunas de gravedad. Las personas provenían de seis países y tenían entre 17 y 38 años. Al acto acudió casi el doble de asistentes del aforo permitido.
El pánico comenzó en el túnel de acceso, que había congregado a cientos de miles de personas.
Por la tarde, la policía prohibió la entrada de nuevos visitantes a la antigua estación de mercancías, donde se celebraba la tocada. Cientos de personas, enfadadas por quedarse fuera, trataron de colarse saltando vallas o buscando entradas laterales. El túnel se convirtió en un embudo por el que muchos creían poder entrar. Según testigos, el subterráneo estuvo abarrotado más de una hora. La falta de aire y el sofoco provocaron decenas de desmayos. Hacia las cinco de la tarde, se desató más pánico.
Un funcionario de la ciudad aseguró a la televisión pública alemana que el horror se originó cerca de una entrada del paso. Según esa versión, varias personas cayeron al vacío cuando intentaban colarse en la fiesta escalando las vallas.
Ayer, el Tribunal Regional de Duisburgo, según publicó la agencia Europa Press, archivó el caso sobre la tragedia ocurrida en 2010.
El que ha sido uno de los asuntos judiciales más complejos en Alemania desde que finalizó la Segunda Guerra Mundial, concluyó así nomás, sin veredicto tras varios años.
Según medios, los jueces tenían previsto exponer sus conclusiones tras dar a conocer la decisión de archivar el caso. Dicha resolución es inapelable, pese a que los familiares de las víctimas se han mostrado contrarios al sobreseimiento.
La corte había propuesto a principios de abril suspender el juicio debido a las dificultades para celebrar las vistas por el riesgo de contagio del coronavirus. Asimismo, y en caso de alargar el proceso, la posibilidad de dictar sentencia antes de finales de julio, en que prescribe el delito, es muy baja, según los jueces.
En la decisión de la fiscalía pesó también lo relativo a la no idoneidad del recinto, la falta de un concepto para un acto de estas dimensiones y la gestión errónea del flujo de visitantes.
En el banquillo de los acusados quedaron tres trabajadores de la empresa organizadora del festival, Lopavent, mientras los casos contra otros seis empleados de Duisburgo y de la mencionada empresa concluyeron hace un año sin veredicto.
No están entre los acusados los dos grandes responsables: el alcalde Adolf Sauerland, y el organizador de la fiesta, Rainer Schaller, según explicaba a las agencias españolas el abogado y padre de una de las víctimas, una chica española que feneció junto a su amiga y 19 jóvenes de otras nacionalidades.
Los jueces ya habían considerado en 2017 que la tragedia se debió a una serie de errores de planificación y al fracaso colectivo
de un gran número de personas el día del festival.
En abril de 2016, tras años de investigaciones, de haberse tomado declaración a 3 mil 409 testigos y revisado más de mil horas de imágenes de las cámaras de vigilancia o los teléfonos móviles de asistentes, la Audiencia de Duisburgo desestimó el juicio.
Las imágenes de la tragedia siguen vivas para los familiares, quienes en estos años realizaron iniciativas como la obtención de 362 mil firmas para lograr la reapertura de las investigaciones, tras la decisión de Duisburgo de rechazar la acusación, a la que ahora le da carpetazo.
Con información de: https://www.jornada.com.mx/