Charlas de taberna | Marcos H. Valerio | Susana Distancia destapa infidelidad.
Janeth entró a la única estética abierta del barrio, allá por Tlalpan, en la Tlacoligia.
Tenía que esperar turno y como era conocida empezó a platicar con las estilistas. Con las que se quejaba amargamente.
“Estoy harta de esta situación, con estas medidas para evitar los contagios por coronavirus, sea cierto o no, ya me fregó la chamba. Mis clientes, los que taloneo en calzada de Tlalpan, ya no van y aunque fueran todos los hoteles de la zona están cerrados”, dijo la sexoservidora.
Otra clienta de las estilistas, asombrada pero curiosa, interfirió en la charla y preguntó: “¿Cómo, te dedicas al sexoservicio y en esta época de pandemia, dices que ya no tienes trabajo?”
Así es, contestó Janeth. “El trabajo bajó con eso de Susana Distancia. Para colmo, ayer escuché por radio a una sexóloga que decía en las noticias que no recomendaba las relaciones extramaritales en este momento. Se podían realizar siempre y cuando fuera con tu pareja, pues el riesgo de contagio es nulo. A lo que pensé, que no lo escuchen mis clientes, pues ya me fregué”.
La mujer continúo. “Sólo me quedan los parroquianos que conozco de tiempo atrás, esos sí los puedo meter a mi casa; a los desconocidos, obvio no. Para que regresen pronto les tengo que ofrecer más tiempo y hasta una propina más me dejan”.
Hoy, dijo, “vine a que me corten y pinten el pelo, pues si ven mis canas, ya no regresan. Son pocos los que meto a la casa, pero pagan bien”, añadió.
La curiosa continuó con la charla: ¿Y tienes clientes de la colonia?
Janeth, ni se inmutó y refirió: “De aquí del barrio tengo jóvenes, de mediana edad, hasta de la tercera edad. Como los conozco, cuando los veo por las calles con sus esposas, mamás o novias, tratan de pasar desapercibidos. Yo me río”.
Al momento, el esposo de la mujer curiosa se asomó a la estética. Cruzó mirada con Janeth y llegó un sonrojo y con voz nerviosa trató de ignorar que la había mirado y comentó con voz atropellada a su cónyuge que la esperaba en el auto y salió inmediatamente.
La esposa notó la escena, pues Janeth lo saludó con una sonrisa coqueta, seguida con un guiño de ojo.
Las asistentes notaron la circunstancia, nadie hizo comentario, las mentes de todas rumiaron. Todo el salón se silenció por buen rato.
“Pa’lotra le hago caso a López-Gatell y me ‘quedo en casa’…”, seguro pensó así la curiosa.