Acervo | Pedro Luis Noble Monterrubio | Apuntes a la ratificación del T-MEC.
Después de un intervalo de un año con diez meses de intensas negociaciones fue llevada a cabo en el Palacio Nacional la firma del protocolo modificatorio al Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá, conocido como T-MEC en sus siglas en español y USMCA en el inglés.
Estas tres naciones signaron oficialmente la versión del acuerdo comercial que habrá de sustituir al TLCAN como el vehículo comercial encargado de dotar de estabilidad económica a la región de Amércia del Norte y que deberá ser ratificado a la brevedad por los congresos federales de cada país.
Robert Ligthizer, Chrystia Freeland y Jesus Seade fueron los negociadores encargados por los gobiernos estadounidense, canadiense y mexicano, respectivamente, para materializar los acuerdos modificatorios al tratado que establecen nuevas regulaciones en materia laboral, medioambiental, biomédica y en la industria automotriz.
La aprobación se vislumbra pueda darse hacia el 20 de diciembre próximo y sin duda alguna en Washington el gobierno de Donald Trump hará ver de esta potencial validación, un importante logro del primer mandatario en materia comercial, justo cuando se encuentra en medio del “fuego cruzado” que implica el proceso de juicio político en su contra, a la par de que vendrán de forma casi inminente las elecciones primarias de 2020.
Respecto a la condiciones generales de esta compilación de acuerdo, considero oportuno analizar aspectos negociadores puros como lo fueron ceder en la petición del lado mexicano respecto a la solicitud de la industria automotriz estadounidense para cumplir con un 70% de materiales americanos en la producción de automóviles en suelo mexicano. Asimismo, el cuerpo negociador estadounidense cedió en dejar de requerir la protección de 10 años para patentes de biomedicamentos. Esto por citar solo dos ejemplos.
México afrontará a partir de 2020 un importante reto de posicionamiento de su agenda comercial, teniendo como eje rector de esta prueba el éxito de negocios que se tengan en la región de norteamérica. Soy un convencido de que existe el capital humano y la capacidad empresarial para sortear el camino que representará comercializar desde y hacia México, bajo las figuras de exportaciones e importaciones.
Vendrá entonces una amplia responsabilidad del Estado mexicano a través de sus instituciones reguladoras del comercio, para dotar primeramente de respaldo mediante políticas públicas útiles y en beneficio del empresariado y posteriormente con decisiones de corte gubernamental que legitimen los intereses nacionales. Existen muchas regiones como Hidalgo que se encuentran en pleno desarrollo detonando su potencial. El T-MEC será naturalmente un vehículo comercial que habrá de dotar de mejor calidad de vida a esta sociedad hidalguense.