Votaciones no acaban con la parálisis política y económica en España
Madrid, 11 de noviembre del 2019. Las elecciones de ayer no servirán para acabar con el bloqueo que mantiene paralizada la vida política y económica española desde abril pasado.
Por bandos ganó la izquierda, pero es un bloque sobre papel mojado, inviable por la disparidad de criterios.
La derecha subió, a excepción de Ciudadanos, gracias al PP y, sobre todo, al neofascista partido Vox. Pero ningún bloque alcanza para gobernar, de modo que, matices aparte, todo quedó como estaba.
El PP de Pablo Casado recuperó gran parte de los votos perdidos en los comicios del pasado 28 de abril, y el neofascista partido Vox, de Santiago Abascal, fue a la postre el gran ganador.
El PSOE, de Pedro Sánchez, perdió escaños, pero se mantiene como primera fuerza política; Unidas Podemos, de Pablo Iglesias, salva los muebles de mala manera y la revelación de la política española, el hombre que se autodestinó a ser el mero mero, Albert Rivera, de Ciudadanos, perdió hasta lo que no tenía y quedaría en quinto o sexto lugar, superado por el independentista Esquerra Republicana (ERC). Toda una debacle. Ya sólo le queda renunciar. De modo que el bloqueo parlamentario seguirá vigente a menos que las presiones de la banca –significadamente Santander y BBVA– hagan efecto y convenzan al PP, Vox y Ciudadanos para que se abstengan en la próxima sesión de investidura que convocará, previa visita al rey Felipe VI, el actual presidente en funciones.
Podrían convocar de nuevo a las urnas para 2020
En caso contrario, y todo es posible, el año próximo los españoles y no tan españoles serán convocados de nuevo a las urnas. Nadie quiere ver hoy ese panorama, pero a tenor de lo sucedido ayer, no sería descabellado el asalto del PP y Vox al Palacio de la Moncloa, sede del presidente del gobierno, en lo que serían las quintas elecciones en casi cinco años.
Los independentistas catalanes, en bloque, alcanzarían hasta 24 años en el Congreso de Madrid, factor que hará todavía más complicado llegar a acuerdos para evitar nuevos comicios.
El fracaso del PSOE no deja de ser relativo, habida cuenta que sus proyecciones eran ganar unos cuantos escaños con relación al 29 de abril. Lejos de ese techo, perdieron de ocho a 10.
Pero puede suceder que catalanes y vascos opten por apoyar o abstenerse en la sesión de investidura, sumándose así a la abstención del PP, si llegara a producirse.
En ese caso Vox y Ciudadanos serían actores de reparto. Cierto que se ve muy complicado que catalanes y vascos den un cheque en blanco a Sánchez: hay muchos agravios sin resolver, cuentas pendientes, y la periferia nacionalista tampoco puede vender
su apoyo graciosamente. Lo pagarían en las siguientes elecciones.
Otra posibilidad, hoy remota pero en política casi todo es posible, es que PSOE y PP formen un gobierno de coalición. Sobre el papel sería mezclar el aceite con el agua, maridaje ciertamente imposible, pero tampoco hay que descartar esa salida.
En ese caso la factura electoral para los dos partidos sería de alcances bíblicos. Ambos perderían y el gran beneficiado por el flanco del PP sería el neofascista Vox, al que habría que sumar más votos de Ciudadanos.
La ecuación ganadora no se vislumbra. Para empezar a partir de este lunes todos los partidos deberán comenzar a digerir los resultados electorales. Y no será una tarea fácil, salvo para Vox.
Con información de: https://www.jornada.com.mx/