Los problemas cardíacos dañan más que el corazón: también pueden afectar tus riñones.
Los ataques cardíacos son una de las causas de muerte más comunes en el mundo. La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima de que cada año cerca 18 millones de personas en todo el planeta sufrirán un problema de este tipo, resultando mortal en la mayoría de los casos.
La OMS también explica que más del 80% de las muertes provocadas por estos eventos son prevenibles, y el 75% de ellos suceden en países en vías de desarrollo. Lo peor de todo es que los problemas cardíacos también pueden afectar a otro órgano que no es el corazón.
La estrecha relación entre el corazón y los riñones
La ciencia médica ha encontrado una relación entre enfermedades que anteriormente se consideraban aisladas de los problemas del corazón.
Gracias a la investigación del prestigioso nefrólogo Kianoush Kashani de laClínica Mayo, se sabe que los ataques cardíacos pueden desencadenar problemas en los riñones, conocidos como insuficiencias renales agudas.
Esto sucede debido a la relación que existe entre el corazón y los riñones, lo que provoca que la enfermedad de uno aumente el riesgo de daño para el otro.
Sin embargo, es posible tomar medidas para contrarrestar esos riesgos y evitar que las afectaciones empeoren.
Son varios los factores que contribuyen al deterioro de la función renal provocado por un ataque al corazón:
- El estrés del ataque cardíaco, que puede provocar cambios hormonales en el cuerpo.
- La reducción del suministro de sangre a los riñones.
- Medicamentos administrados después del ataque al corazón, lo que incluye el medio de contraste utilizado para las radiologías.
Es importante señalar que la existencia de factores de riesgo para padecer una enfermedad renal antes del ataque cardíaco y la gravedad de éste, modifican considerablemente la probabilidad de daño renal y de la recuperación después del problema.
Es decir, si el paciente ya sufre de una enfermedad renal (como insuficiencia renal crónica) o incluso de otra enfermedad degenerativa (como diabetes e hipertensión) y además sufre de un ataque cardiaco, el riesgo de sufrir daño en el riñón después del infarto es considerablemente mayor y la probabilidad de recuperación disminuye.
El doctor Kashani, especialista de la Clínica Mayo, señala que aunque esta información sea pesimista, es posible utilizar estos datos para reducir los riesgos.
De acuerdo con el doctor Kashani, lo primero que debe hacerse después de evento cardíaco es evaluar la dimensión del daño renal. A veces los riñones pueden recuperarse por sí solos y funcionar con normalidad dentro de uno o dos días después del ataque.
Si ese resulta ser el caso y el paciente no sufre de otros problemas renales, lo único que se necesitará serán chequeos periódicos para monitorear el estado de esos órganos. Por el contrario, si el daño es considerable, debe ser un especialista el que se encargue de darle seguimiento al estado de los riñones, procurando que el paciente tome los medicamentos necesarios.
Con información de: https://www.vix.com/