Ecologia

El sargazo se ha convertido en el enemigo ‘de las mil cabezas’ del paraíso en México

  • El sargazo se ha convertido en la mayor amenaza del principal destino turístico del país y todo apunta a que será un problema con el que habrá que lidiar por varios años.

México, 11 de julio del 2019.- “El sargazo no es un problema gravísimo”, afirmó el presidente Andrés Manuel López Obrador en su visita a Tulum y Cancún, el 23 de junio. Pero en las costas públicas de Quintana Roo diariamente se recolectan unas mil toneladas de esta alga, equivalentes a mil 351 ‘vochos’. Imagina un vagón de pasajeros como los que tendrá el Tren Maya, que cada uno pesa unas 29 toneladas.

Piensa en 22 mil 413 de esos vagones sobre las playas quintanarroenses y son las casi 650 mil toneladas de sargazo que han recalado este año en la entidad hasta el 23 de junio. De ese tamaño es el problema y lo peor está por venir.

El presupuesto para combatir el sargazo es de 230 millones de pesos, es decir, 357 pesos por tonelada. El gobierno federal anunció que destinará 52 millones de pesos para confrontar la situación, de los cuales 7 millones provienen de la Secretaría de Turismo y los otros 45 millones de Hacienda. El gobierno estatal, encabezado por Carlos Joaquín González, afirmó que junto a los municipios aportarán este año hasta 180 millones de pesos. Esto sin considerar lo que los hoteleros están invirtiendo por su cuenta para mantener limpio el frente de playa que les corresponde.

Uno de los hoteles que cuenta con 2.8 kilómetros de playa ha gastado unos 8 millones de pesos por mes. Y aun así, simplemente no alcanza.

Cancún y la Riviera Maya son sinónimo de playas blancas y un mar transparente color turquesa. Son destinos internacionales que han sobrevivido a huracanes y a la inseguridad que se ha disparado a partir de 2016. Sin embargo, el sargazo se ha apuntado como el peor enemigo de este paraíso mexicano.

Esa mancha oscura que arruina las ‘selfies’ en Tulum y la magia de la fiesta en Cancún y Playa del Carmen está llegando a las costas quintanarroenses en cantidades sin precedentes. Tan solo del 1 de marzo al 23 de junio, se contabilizó una llegada de sargazo 24 por ciento superior a las 522 mil toneladas que recalaron en todo 2018.

“Falta lo que se acumule en estos dos meses de julio y agosto que son los más pesados”, alertó el hidrobiólogo Estaban Amaro, director técnico de la Red de Monitoreo de Sargazo de Cancún, organización civil que desde 2015 ha estudiado el fenómeno, advirtiendo lo que venía, aunque casi nadie los escuchó.

A 38 kilómetros de distancia de Cancún, en Puerto Morelos, Carlos Gosselin Maurel sostiene con fuerza la empuñadura de su bastón cuando habla de su enemigo. También fue de los primeros en darse cuenta que tendrá que convivir con él por largo tiempo. No solo lo ha aceptado, incluso está empeñado en sacarle provecho.

El sargazo lo tomó por sorpresa hace cuatro años, como a todos los hoteleros de Quintana Roo, al arribar masivamente a las costas en pleno verano, transformando el color turquesa del mar en un marrón oscuro que arruinó la vista para los huéspedes del Paraíso de La Bonita, su hotel de cinco estrellas.

De acuerdo con cifras de los grupos de hoteleros, a la par de la llegada masiva del sargazo al Caribe mexicano, las reservaciones para la zona han caído hasta en 30 por ciento. La Federación Mexicana de Empresas Turísticas de Quintana Roo sostiene que la baja se dio principalmente en turistas internacionales, que representan casi cuatro de cada cinco viajeros que llegan a la región en avión, de acuerdo con datos de Asur, la operadora del aeropuerto de Cancún.

Las acciones de Asur están entre las de peor desempeño entre los operadores de aeropuertos por temor a que el sargazo afecte el tráfico en los siguientes meses, apuntaron analistas.

En un reporte reciente, la calificadora de riesgo Moody’s señaló que la desaceleración o caída de la ocupación hotelera, particularmente de Grupo Posadas y Playa Resorts, afectaría la recaudación de impuestos relacionada con el turismo, actividad de la que Quintana Roo depende financieramente. El problema no es menor si se considera que Cancún es la ciudad en el mundo con el mayor porcentaje del PIB que depende del turismo, con 49.6 por ciento, de acuerdo con el Consejo Mundial de Viajes y Turismo.

Además, Quintana Roo lidera la llegada de pasajeros internacionales en todo el país, pues los aeropuertos de Cancún y Cozumel recibieron en los primeros cuatro meses del año a más de 3 millones de viajeros foráneos, según la Secretaría de Turismo (Sectur).

La estrategia del Gobierno de López Obrador para combatir a este enemigo, que se multiplica fácilmente, consiste en que la Marina construya entre 10 y 12 barcos ‘sargaceros’. La primera embarcación estaría terminada a finales de agosto, justo cuando habría llegado una gran cantidad adicional del alga.

La Marina no ha especificado el tamaño de los barcos que construirá ni su capacidad. Una embarcación pequeña, diseñada específicamente para este fin mide 40 pies (unos 12.2 metros) y puede recolectar hasta 1.7 toneladas por día. En promedio, desde marzo al 23 de junio llegaron unas 5 mil 635 toneladas por día. Sin embargo, la cantidad puede crecer aún más.

Óscar Castro

Será hasta septiembre cuando se pueda volver a calcular qué tanto fue el incremento en la llegada del sargazo en 2019. Esta alga, que carece de raíces y vive prácticamente todo el tiempo en la superficie marina, se reproduce por partición y encuentra condiciones óptimas en aguas claras y cálidas, precisamente como las del Caribe.

Proveniente de un punto en medio del Atlántico, entre el norte de Brasil y la costa media de África, el sargazo viaja por las corrientes marinas hacia el Caribe, donde puede llegar a pasar hasta 90 días antes de llegar a playas mexicanas. En ese periodo, las condiciones le permiten aumentar su tamaño exponencialmente al poder duplicarse cada 18 días.

“Una tonelada que entra en el sur del mar Caribe se convierte en 16 o hasta 32 toneladas cuando llega aquí a las costas de México”, explicó Brigitta van Tussembroeke, investigadora del Instituto de Ciencias del Mar y Limnología de la UNAM en Puerto Morelos y especialista en pastos marinos y macroalgas.

Hasta ahora, como medida emergente se ha recolectado manualmente el alga con una flota de lanchas pesqueras y se lleva a un lugar determinado en la costa. El Gobierno federal se sumó en mayo pasado con un buque de la Marina, el cual, mediante redes tradicionales atrapa el sargazo y todo lo que esté cerca, como peces, tortugas y otras especies.

No obstante, esta estrategia necesita un complemento.

Las autoridades ofrecen espacios similares a los tiraderos de basura para depositar el alga luego de ser colectada sobre las playas, pero estas acciones suponen dos desafíos. El primero: la recolección remueve gran cantidad de arena, hasta 80 por ciento de lo recolectado, según cálculos del biólogo Antonio Ortiz, a cargo de la recolección de sargazo en el Moon Palace en Cancún.

“Estábamos erosionando nuestra playa, la de Moon Palace tiene 2.2 kilómetros y en unas zonas, particularmente en la norte, 300 metros, estábamos generando problemas de erosión”, comentó. El hotel diseñó un sistema que deseca el sargazo, recupera la arena y la reintegra a la costa. Aun así, las blancas playas de Quintana Roo están en severo riesgo.

El segundo obstáculo es la disposición: una vez que está fuera del mar, el alga muere y comienza a descomponerse, proceso en el que muchos de sus componentes se separan y generan líquidos que resultan contaminantes para la superficie terrestre, cargados de compuestos como ácido clorhídrico, azufre y arsénico. De ahí su aroma desagradable y las irritaciones que causa en la piel.

En Tulum, el terreno destinado para el sargazo recolectado es una sascabera muy cerca de la caleta Tankah, la cual no ha sido acondicionada adecuadamente, confirmaron fuentes. En esa localidad, una de las acciones para el combate al sargazo contempla la participación de los becarios del programa Jóvenes Construyendo el Futuro.

“Ahora se nos ha propuesto que llegara este programa con el sargazo, que a lo mejor unas horas a la semana (los jóvenes) puedan participar también en acciones en el sargazo”, comentó David Ortiz Mena, presidente de la Asociación de Hoteles de Tulum, una de las áreas más impactadas por el sargazo.

Los daños a corto plazo, aun contemplando mesuradamente la cifra de las 650 mil toneladas, van mucho más allá de una mala foto en las redes sociales de los turistas.

El sargazo evita que la luz solar llegue a los pastos marinos y a los arrecifes. Además, ante la emergencia de su arribo masivo, las autoridades no han procurado todavía espacios adecuados para su destino final.

“Desde el punto de vista biológico, cuando el sargazo se pudre en la playa lo que hace es liberar gran cantidad de nutrientes y cambia las condiciones del ecosistema, de los arrecifes coralinos, de los pastos marinos, y eso a lo que puede llevar es a una catástrofe ecológica y si tenemos una catástrofe ecológica, la fuente natural de nuestro recurso turístico va en detrimento”, explicó Eric Jordan, especialista en ecosistemas marinos del Instituto de Limnología de la UNAM campus Puerto Morelos.

Durante una conferencia de prensa sobre el Protocolo Puerto Morelos para combatir el arribo del sargazo, organizada por la Asociación de Hoteles de Cancún y Puerto Morelos, Jordan detalló que la llegada del alga no debe verse solo como un problema turístico y que se tiene que ampliar su captura mar adentro con el fin de evitar que su putrefacción afecte todo el ecosistema marino de las costas mexicanas.

Además, su presencia representa un peligro para la salud pública. Apenas el 20 de junio, la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris) alertó de 25 playas privadas de Cancún, Tulum, Xcalak y Mahahual por su alta presencia de ácido sulfhídrico a consecuencia de la descomposición del sargazo, según reportó la agencia Quadratín. La mayor precaución apuntó a menores de 18 años y personas adultas mayores.

“Si no protegemos nuestros ecosistemas, nos vamos a encontrar con aguas turbias, aguas muy sucias adonde nadie va a querer venir”, resaltó Jordan.

Aunque no se ha alcanzado una respuesta concluyente, especialistas y empresarios asumen que esta guerra se librará por varios años.

“Estamos viviendo con esto pero no nos quedamos conformes, seguimos limpiando, seguimos conteniendo, seguimos empujando que se investigue para ver qué es lo que lo está produciendo o ver de qué manera se puede revertir”, aseguró Roberto Cintrón, presidente de la Asociación de Hoteleros de Cancún y Puerto Morelos.

Durante el Encuentro para la Atención del Sargazo, en Cancún, Donald Johnson, investigador de la Universidad del Sur de Mississipi, expuso una hipótesis sobre los ciclos de arribo del alga: se concentra y crece en dos puntos en medio del Atlántico, hasta que la cantidad de alga es tal que se desborda de esos puntos y las corrientes marinas lo arrastran hacia el Caribe.

“Parece que viene en intervalos de dos años: dos años altos, dos años bajos, pero es el tiempo que tiene para fluir en toda esta área”, comentó.

En lo que se determinan de mejor manera los ciclos del sargazo, algunos especialistas como van Tussembroeke recomiendan crear una cultura de contingencia similar a la que se tiene para otros fenómenos

La otra salida es dejar que el mar lo lleve a un destino que no afecte las playas y reduzca su impacto en el ecosistema caribeño, cuyo equilibrio también se ve comprometido con el excesivo arribo del alga. “Recogerlo en el mar es difícil, entonces lo mejor es recogerlo en la barrera y tirarlo unos 10 kilómetros en las aguas territoriales mexicanas”.

Los especialistas de la Red de Monitoreo apuestan por esta solución y sugieren aprovechar la corriente marina del Golfo para sacarlo de la zona del Caribe y que la propia naturaleza lo deposite finalmente en el Mar de los Sargazos, cerca de la zona conocida como el Triángulo de las Bermudas, sin afectar las costas de ningún otro territorio.

“Esa sería la mejor solución: regresarle al mar lo que es del mar”, concluye Amaro.

Foto: Notimex

Texto: Alba Velasco y Luis Lozano | El Financiero

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