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Más de 7,000 trabajadoras del hogar se han afiliado al IMSS

  • Un grupo de 7,127 empleadas se ha inscrito al IMSS en los dos primeros meses del programa piloto, entre ellas Idela Hernández, una mujer de 30 años, originaria de la sierra de Puebla.

A las 10 de la mañana Idela Hernández Rodríguez suspende un rato su trabajo en una casa de la Ciudad de México. Me va a contar su historia, de cómo inició como empleada del hogar, por qué dejó su pueblo, por qué su niña se halla más con su abuela que con ella y cómo se afilió al Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS).

Roma, de Alfonso Cuarón, “es la realidad en una película”, me dirá al final de la charla para resumir todo lo que me ha contado. Sin embargo, a diferencia de Idela, Cleo, el personaje protagónico del filme, no supo que tenía derechos laborales, como el de la seguridad social.

Idela Hernández, además, se siente orgullosa de su oficio. “No me da pendiente que me digan ‘chacha’. Incluso algunos se atreven a decirnos ‘gatas’. A lo mejor antes me podía, me preguntaba ‘¿por qué nos dirán tan feo?’. Ahora que sé que tenemos nombre digno, que sé que nuestro trabajo es digno, menos me da vergüenza”, comenta.

En México, más de 2.3 millones de mujeres trabajan en casi 2 millones de hogares. De ellas, 97% laboran en la informalidad, es decir, sin seguridad social. Por ello, en abril pasado el IMSS inició un programa piloto de afiliación voluntaria.  Desde entonces y hasta el martes 4 de junio, el organismo ha recibido 7,127 solicitudes de inscripción.

Con las reformas legislativas aprobadas por el Congreso en mayo, será obligatorio para todos los empleadores pagar la cuota patronal e inscribir a las trabajadoras al instituto.

Idela tiene seguro

El mes pasado Idela Hernández se afilió al IMSS. Los cambios y las responsabilidades suelen tener inconformes, y es en redes sociales donde quizá se puede observar, de manera concentrada, el rechazo de varios a pagar la cuota patronal para la seguridad social de las trabajadoras del hogar.

“La mayor parte de la sociedad no considera este trabajo como una ocupación ‘real’, sino como parte de las actividades ‘naturales’ de las mujeres. Por ello, éste es un sector particularmente invisible y estigmatizado”, advierte el Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (Conapred).

En su empleo de planta gana 8,000 pesos al mes. Lava ropa y trastes, limpia muebles, trapea los pisos, lava baños, hace las compras, prepara alimentos, plancha las prendas. La cuota que pagó para un mes de aseguramiento fue de 191 pesos y su jefa, 1,336. El trámite lo hizo por Internet.

Malos sueldos, peores tratos

Estudió hasta la secundaria, en La Gloria, una comunidad del municipio de Cuyoaco, en el estado de Puebla, donde el 73% de los habitantes vive en pobreza, según el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval).

A los 17 años tuvo a su hija y sólo al principio el padre de la pequeña “la ayudó” con los gastos, como ella lo cuenta. Después tuvo que buscar una fuente de ingresos, así que comenzó lavando la ropa de sus vecinas.

Su primer trabajo como empleada del hogar fue en Cuyoaco, con una señora que la trataba muy mal. “Varias veces me dijo que era una gata”. Le pagaba 600 pesos a la semana por jornadas que iban de 7 de la mañana a 7 de la noche.

Luego se fue a la capital de Puebla. Ahí ganaba 1,000 pesos semanales, de lunes a sábado. Comenzaba a las 7 de la mañana y a veces terminaba a las 11 o 12 de la noche. Además de limpiar una “enorme” casa, cocinaba para 4 personas y cuidaba a 2 niñas de 9 y 11 años.

El 44% de las trabajadoras del hogar gana menos de 1 salario mínimo y el 36% gana hasta 2 al mes. El resto gana 1 o entre 2 y 3, según el Instituto Nacional de Geografía y Estadística (Inegi). Además, mientras en promedio los trabajadores cotizan en el IMSS un salario base de 372.83 pesos, ellas lo hacen con 152.16.

La prueba de confianza

A su hija, que ahora tiene 13, la cuida la mamá y la hermana de Idela Hernández. “En ningún trabajo que haya tenido me han permitido tenerla. Por eso ahora está más hallada con ellas”, cuenta.

Hace seis años que trabaja en la Ciudad de México, ha laborado en diferentes casas y siempre de planta. El que no tenga una vivienda en este lugar es otro factor por el que prefiere laborar en esa modalidad y no de entrada por salida.

En los 9 años que lleva dedicándose a esta actividad ha tenido malas experiencias, pero su anterior empleo fue la peor. Después de un mes de trabajo la empleadora le dijo que no le alcanzaba para pagarle, en lugar de darle los 8,000 pesos acordados le dio 6,500.

Días después la señora aseguró que se le había perdido dinero y que Idela tendría que pagarlo. La amenazó con hacerle “una prueba de confianza” y la despidió sin pagarle su liquidación.

En el Sindicato Nacional de Trabajadores y Trabajadoras del Hogar (Sinactraho) la asesoraron y, finalmente, la empleadora tuvo que pagar lo que le correspondía.

A sus 30 años dice que está fuerte, que se siente sana. Por ahora no ocupará el servicio médico del IMSS, comenta. “Más bien me interesa por si hay un riesgo de trabajo, o por si me llega a pasar algo y no puedo trabajar un día”.

No está muy informada sobre los otros beneficios que tiene. Por ejemplo, que también puede inscribir a su hija y a su mamá. Tampoco sabe que comienza a cotizar para una pensión para el retiro.

Cuando vaya a ver a su hija, en La Gloria, aprovechará para darse de alta en la clínica de ahí y preguntar qué tantos beneficios tiene. Por el momento, sin saber bien a bien de qué se trata, seguirá pagando las cuotas. “Esto ya no lo voy a dejar, porque sé que es por mi bien”.

En la época de Cleo no había todo esto, lamenta. Por un lado, celebra que hay muchos avances, pero le choca que la discriminación sigue. “Me han cuestionado que si voy a limpiar pisos ajenos siempre.Esta es una forma decente de ganar dinero y de hacer algo de provecho, por nosotras la gente puede hacer muchas cosas”.

Con información de: https://factorcapitalhumano.com

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