Donald Trump insiste en usar “todas las opciones” con Venezuela
Nueva York, 14 de febrero del 2019.- “Todas las opciones” sobre la acción contra el gobierno de Venezuela se evalúan, reiteró una vez más Donald Trump, sin descartar entre ellas el envío de fuerzas militares a la región, mientras que su encargado de intervención en el país sudamericano Elliot Abrams -condenado por el delito de mentir al Congreso durante las intervenciones estadunidenses en las guerras de Centroamérica en los ochenta- resucitó la retórica para justificar la campaña para cambiar el régimen en Venezuela.
Tal vez lo más notable de la nueva política para operaciones de cambio de régimen -Washington ha impulsado casi 70 contra países alrededor del mundo desde 1945 según algunos conteos- es que ahora, como en el caso de Venezuela, se hace abiertamente lo que antes solía hacerse de manera encubierta.
Trump, en comentarios a medios al reunirse con su contraparte colombiana Iván Duque, afirmó su “respeto” al hombre que “mucha gente piensa es el presidente real de Venezuela, es muy valiente”, en referencia a Juan Guaidó. Preguntado sobre una solución militar para Venezuela, Trump respondió que “hay un número de soluciones, un número de opciones diferentes, y vemos todas las opciones”. Aseguró que hay “muchas cosas ocurriendo en Venezuela que la gente no sabe, y hay mucho apoyo por lo que estamos haciendo… tremendo apoyo”.
Mientras tanto en el Congreso, Abrams, el representante especial para Venezuela de Trump, declaró en una audiencia del Comité de Asuntos Exteriores de la Cámara, que el poder de Nicolás Maduro y su grupo está por acabar bajo la presión generada por Estados Unidos y otros aliados.
Varios demócratas -ahora en control de la cámara baja- expresaron su oposición a cualquier intervención militar ordenada por el presidente. “La intervención militar no es una opción. El Congreso decide cuándo, dónde y cómo se emplea a los militares estadunidenses alrededor del mundo, y el Congreso no apoyaría una intervención militar en Venezuela”, declaró a Abrams el presidente del comité Eliot Engel al inicio de la audiencia sobre ese país. Pero Abrams rehusó prometer que la Casa Blanca consultará con los legisladores antes de una acción militar en Venezuela, aunque dijo no tener conocimiento de algún plan de ese tipo.
Abrams, en su testimonio, insistió en que esto no era una intervención estadunidense, sino un esfuerzo de 51 países para “restaurar” la democracia. Preguntado sobre porqué México no era parte de ese grupo, respondió que el país vecino estaba aislado en su posición y suponía que la razón era una de “ideología” y que el nuevo presidente mexicano tenía “una manera vieja de ver”.
Argumentó que Estados Unidos tiene “un interés nacional” en frenar “la desestabilización que el declive de Venezuela ha traído a la región” y afirmó que “Venezuela se ha vuelto el país más violento del mundo”. Culpó al gobierno de Maduro por una crisis económica que ha generado la “inseguridad alimenticia”, una crisis de salud, una corrupción galopante incluyendo el robo de más de 11mil millones por Maduro y sus aliados, y una emigración sin precedente de más de 3 millones.
Cuba, afirmó, está sosteniendo al régimen de Maduro incluyendo el envío de “fuerzas especiales” conocidas como las Avispas Negras, y declaró que existen vínculos entre el régimen no sólo con el narcotráfico, sino con “terroristas” incluyendo Hezbollah y el ELN colombiano.
Como resultado de la “creciente presión” de las sanciones económicas y otras medidas impulsadas por Washington y sus aliados, pronosticó que “hay una tormenta intensificándose dentro del círculo interno; una creciente insatisfacción y desconfianza que eventualmente llevará al fin del reino de terror de Maduro”.
En este contexto, llamó por la insubordinación de las fuerzas armadas para “apoyar al pueblo venezolano”, y festejó que el recién nombrado “embajador” de Juan Guiadó en Washington, Carlos Vecchio, estaba entre los invitados en el Congreso durante el informe a la nación de Trump la semana pasada.
Una y otra vez, Abrams como otros altos funcionarios de este régimen, ha empleado la “asistencia humanitaria” como parte de su justificación de su política hacia Venezuela. Abrams usó ese mismo concepto para encubrir el envío de armas a la contra nicaragüense en los ochenta.
De hecho, su pasado estaba muy presente para algunos legisladores del comité. “No entiendo por qué miembros de este comité o el pueblo estadunidense deberían de concluir que cualquier testimonio suyo hoy día será veraz”, declaró la representante novata Ilhan Omar, parte de la ola progresista de nuevos legisladores (y la primera somalí-estadunidense y una de las dos primeras mujeres musulmanas en el Congreso), al recordarle que fue condenado por engañar al Congreso durante el escándalo Irán-contra.
Omar también recordó que Abrams había descartado como “propaganda comunista” reportes de la masacre de 800 personas, incluyendo niños y mujeres, en El Mozote en El Salvador, entre otras violaciones masivas de derechos humanos en la región. Un Abrams por primera vez agitado durante la sesión, intentó interrumpirla y finalmente, con voz alta y con ira, declaro que “no voy a responder a ese tipo de ataque personal”. [ https://www.youtube.com/watch?v=4Mutu-P7_NA ].
Aunque fue la crítica más severa, no fue la única con otros demócratas cuestionando su credibilidad tanto aquí como en América Latina dada su trayectoria, y no sólo en los ochenta,
sino más recientemente como funcionario del Consejo de Seguridad Nacional en 2002 donde apoyó el intento golpista contra Hugo Chávez. La sesión fue interrumpida varias veces por activistas antiguerra de Código Rosa quienes denunciaron a Abrams como “criminal de guerra”.
Vale señalar que Abrams fue condenado formalmente por el delito de mentir al Congreso en 1991 en torno al programa ilegal para proveer armas a la contra nicaragüense y recibió un indulto por el saliente presidente George H.W. Bush, maniobra aprobada por el entonces procurador general, William Barr, quien ahora está a la espera de ser ratificado como el próximo procurador general de Trump.
Foto: AP
Texto: David Brooks | Corresponsal La Jornada