Intervención del senador Martí Batres Guadarrama, durante la conferencia “Sobre cambio climático”, impartida por el doctor Mario Molina, Premio Nobel de Química, en el Auditorio Octavio Paz de la propia Institución
Ciudad de México, 22 de enero de 2019.
Muchas gracias.
Para empezar, es un honor para el Senado de la República contar con la presencia del Premio Nobel, el doctor Mario Molina. Eso ya hace de esta reunión, una reunión extraordinaria.
Quiero, además, felicitar a quienes integran el Centro de Capacitación y Formación Permanente del Senado, el CECAF, por la labor que han hecho durante años y la que están haciendo en la actual Legislatura. Son un grupo de profesionistas, de mujeres, hombres; de jóvenes con mucho entusiasmo y que están ayudando a formar a los cuadros que integran el Senado de la República, sobre todo en los niveles institucionales.
Muchas gracias. Mi reconocimiento, compañeras, compañeros, a todo el equipo.
De igual manera, saludo a senadores de diversas fuerzas políticas: Dante Legado, Pedro Haces, Eduardo Enrique Murat. Qué bueno que nos acompañan.
Ahora bien, quiero decir que esta es una oportunidad para reflexionar y también para concientizar. Y para nosotros, particularmente, actuar. Necesitamos tomar decisiones.
Vemos cómo transcurre el debate sobre el tema del cambio climático, pero con una verdadera frustración, las consecuencias no se notan. Aunque este es un debate mundial, sigue avanzando el llamado calentamiento global, y esto tiene consecuencias terribles.
En los años 80’s, 90’s, tuvimos debates muy fuertes sobre el tema de la contaminación atmosférica. Hubo determinadas consecuencias. Hubo acciones, hubo cambios. Pero ahora estamos viendo una inercia que no se ha detenido.
A veces el discurso, por ejemplo, de las grandes potencias, es: paren el calentamiento global en los países de la periferia para que nosotras, las potencias del mundo, podamos seguir con una visión industrializadora como la que hemos tenido. Y hay pocos compromisos.
Sin embargo, de cualquier manera, en todos los países debemos tomar decisiones. Esas decisiones, implicarán consecuencias drásticas. Si no las hubiera, es que realmente no estamos haciendo nada.
En ese sentido, quiero mencionar algunas cuestiones que forman parte de este debate. Por ejemplo, hay un gran tema que tiene que ver con el modelo de desarrollo de las ciudades y de comunicación en las ciudades.
Aquí teníamos, en la Ciudad de México, un millón y medio de automóviles hace 20 años. Ahora tenemos cuatro millones de autos. Hay un modelo que no se ha cambiado, no se ha transformado y en la medida en que continúe estaremos aportando, no a detener el cambio climático; estaremos aportando al cambio climático, al calentamiento global, a la emisión de gases con efecto invernadero.
Ahora, hemos recibido recientemente a activistas de este movimiento que busca sustituir gradualmente el uso del automóvil por el de la bicicleta y otras formas de movilidad. Se han enfrentado, incluso al hecho terrible de que muchos ciclistas han muerto en accidentes, arrollados por vehículos, camiones, en fin.
Y hay un planteamiento de la sociedad civil para discutir el tema de una ley de seguridad vial.
Entonces, este es un tema que tenemos, por ejemplo.
Menciono otro tema importante. El de los plásticos. Nos quejamos pero la industrialización sigue. Nos quejamos de los popotes, nos quejamos de las bolsas que aparecen en los vientres de las ballenas, de los delfines, en fin. Pero necesitamos llegar a una visión distinta.
Ya se convocó a una primera reunión con industriales del plástico, aquí en el Senado de la República. Creo que es una iniciativa importante, pero debe aterrizar en ciertas decisiones legislativas.
Menciono un tema más, es interesante. Tuvimos el debate sobre el Aeropuerto en la Ciudad de México.
Hay puntos de vista distintos. Respeto todos los puntos de vista. En mi opinión, cuando me preguntaron sobre el resultado de la consulta sobre el aeropuerto, lo que dije es: “es una buena noticia para la ecología, es una buena noticia para el medioambiente que no se construya un aeropuerto donde queda el último resquicio de lo que fue un gran lago”.
Estamos secando toda la superficie que permite filtrar el agua a los mantos freáticos, y cada vez extraemos más, y cada vez nos hundimos más en la ciudad.
Bueno, esa fue una decisión. ¿Tiene una consecuencia drástica, la tiene? La tiene. Seguramente tendrá costos económicos, los tiene. Pero para mí es una buena noticia que no se termine de secar lo que fue el Lago de Texcoco, por más que sea muy poquito lo que quede.
Finalmente, diría que también tenemos que hablar de una filosofía de la vida distinta. Se piensa que la abundancia de bienes materiales –tener coche, vocho, tele, etcétera– es la felicidad. Que ahí está la vida, que ahí está el sentido de la existencia. Y no es así.
La felicidad se puede acompañar de una visión mucho más austera de la vida. Por supuesto que sí. Hay muchas cosas que no son costosas y sin embargo tienen enormes significados y pueden hacernos felices.
Entonces, creo que a propósito de que estamos discutiendo el tema de la austeridad en diversos órganos del Estado, valdría la pena también extender esta discusión hacia la filosofía de la vida.
Muchas comunidades indígenas nos han enseñado cómo se puede acompañar una visión distinta de la vida. Con un respeto a la naturaleza.
Y ahí tenemos también discusiones pendientes. Aquí hay dos iniciativas presentadas, por ejemplo, sobre el tema del impulso a las medicinas tradicionales, para poner un ejemplo más.
Hago votos para que después de esta gran conferencia que vamos escuchar, también en el Senado tomemos decisiones, por más fuertes que puedan ser, para que aportemos nuestro granito de arena para detener el cambio climático y para tener otra armonía con la naturaleza.
Muchas gracias.
Gracias, doctor Mario Molina.
Texto y Foto: Senado de la República