La enfermedad que cambió el rumbo del mundo para siempre
- Una epidemia de gripe en 1928 que dejó miles de muertos en África, América del Norte, Europa, Asia y Australia, transformó la forma en que el mundo veía la salud pública y generó la atención médica gratuita.
En 1928, una epidemia de gripe dejó miles de muertos en África, América del Norte, Europa, Asia y Australia, y cambió la forma en la que el mundo veía a la salud pública.
Se trata del virus H3N8 que afectó más a los pobres y a los migrantes, así como a las personas que tenían entre 20 a 40 años de edad, y que de acuerdo con BBC, sorpresivamente ‘perdonó’ a los ancianos.
De acuerdo con un artículo publicado por el sitio ABC, este virus es conocido como la gripa española; sin embargo, no surgió en ese país, el mito surgió debido a que se esparció el rumor de que agentes alemanes introdujeron bacilos patógenos en conservas españolas.
En realidad aún no se conoce el origen exacto de la epidemia y algunos de los primeros casos se sitúan en Fort Riley de Estados Unidos un 4 de marzo de 1918, un brote que pudo acabar con la vida de entre 40 y 50 millones en un año, según el manual Geografía y mortalidad de la gripe de 1918, del profesor Kerry Patterson, aunque las cifras varían según el autor que profundice en el tema.
El patólogo Jeffery Taubenberger, del Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas de Estados Unidos, junto con su colega Ann Reid, publicaron la secuencia genética del virus responsable de la pandemia; sin embargo, recientemente, Taubenberger señaló que aún había muchas preguntas pendientes.
Esta gripe causaba problemas para respirar, pérdida de los dientes y el pelo, así como mareos, insomnio, pérdida de audición u olfato y visión borrosa. Los rostros de los enfermos parecían de color caoba, luego azules y al morir, negros, lo que significaba que las bacterias oportunistas colonizaron las lesiones pulmonares creadas por el virus, produciendo los síntomas de la neumonía.
Este virus fue mortal para los jóvenes de 20 a 40 años de edad, por lo que dejó un gran número de ancianos y huérfanos. Además, los hombres corrían un mayor riesgo de morir que las mujeres, a menos que estas estuvieran embarazadas, en cuyo caso murieron o sufrieron abortos involuntarios.
Los científicos no conocen con precisión por qué los más jóvenes eran también los más vulnerables, pero tal vez se puede atribuir a que los adultos mayores ya habían estado expuestos a temporadas de gripe a lo largo de la década anterior.
Otra teoría indica que la gripe es un virus altamente lábil, lo que significa que cambia su estructura todo el tiempo, incluso, la de sus dos antígenos principales conocidos como H y N, los cuales, interactúan con el sistema inmunológico del huésped (el cuerpo humano).
La evidencia también sugiere que el primer subtipo de gripe al que se expusieron los adultos jóvenes en 1918 fue el H3N8, lo que significa que estaban preparados para combatir un germen subtipo H1N1 muy diferente del que causó la gripe años antes. Siguiendo la misma lógica, los adultos mayores pudieron haber estado protegidos en 1918 debido a que estuvieron expuestos a un antígeno H1 o N1 que estaba circulando en la población humana alrededor de 1830.
En 1918, Asia y África sufrieron las tasas de mortalidad más altas, en general, y Europa, América del Norte y Australia las más bajas, pero también hubo una gran variación dentro de los continentes. Dinamarca perdió alrededor del 0.4 por ciento de su población, mientras que Hungría perdió alrededor de tres veces más. Las ciudades tendían a sufrir más que las áreas rurales, pero también había variaciones dentro de las ciudades.
La epidemia también atacó más a los menos favorecidos como los pobres, los inmigrantes y las minorías étnicas porque tenían más probabilidades de comer mal, de vivir en condiciones de hacinamiento, de sufrir otras enfermedades subyacentes, y tener un acceso pobre a la atención médica.
Y aunque los pobres y los migrantes sufrieron más, la realidad es que ninguna clase social quedó exenta y a partir de la década de 1920, este cambio cognitivo comenzó a reflejarse en la estrategia de salud pública.
Muchos países crearon o reorganizaron sus ministerios de salud, establecieron mejores sistemas de vigilancia de enfermedades y adoptaron el concepto de medicina socializada: atención médica para todos y gratuita.
Texto: El Financiero | Foto: Shutterstock