Nuevo acuerdo comercial: ¿versión ‘revolucionaria’ del TLCAN o sólo un cambio de nombre?
- El Acuerdo Estados Unidos, México y Canadá (USMCA, por sus siglas en inglés), apunta ser una versión más ‘light’ de lo que se planteó en un inicio, opinan expertos.
Una de las promesas económicas más consistentes del presidente de Estados Unidos, Donald Trump ha sido provocar una revolución en nombre de los estadounidenses olvidados por el nuevo orden global, y renegociar los acuerdos comerciales que, según dice, han dado a los aliados y adversarios estadounidenses una ventaja sobre los trabajadores de la nación.
Al reescribir el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), corre el riesgo de no estar a la altura, suscribiendo más bien un cambio de nombre del acuerdo de 1994 que calificó de “desastre” más que una rebelión completa.
El acuerdo entre Estados Unidos, México y Canadá, alcanzado justo antes del plazo final de la medianoche del domingo, se lee más como una amalgama del TLCAN existente junto con ciertas disposiciones del Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TPP, por su siglas en inglés) de 12 naciones del que Trump retiró a Estados Unidos en su primera jornada laboral completa en el cargo.
El riesgo, según algunos economistas, es que el TLCAN 2.0, ahora llamado Acuerdo Estados Unidos, México y Canadá o USMCA, por sus siglas en inglés, imponga más exigencias regulatorias a las empresas, incluidos los fabricantes de automóviles, y termine perjudicando en lugar de ayudar a la competitividad de América del Norte frente a rivales como China.
“La administración Trump no habrá ‘arreglado’ el TLCAN; habrá agregado ladrillos a la ‘Fortaleza de América’ (‘Fortress America’)”, dijo Mary Lovely, economista de la Universidad de Syracuse.
¿Victoria política?
Una consecuencia en la opinión de la economista: mayores costos para las empresas con sede en Estados Unidos, lo que significa que algunas podrían trasladar completamente la producción fuera de América del Norte.
Eso no significa que Trump no celebre el nuevo pacto como una gran victoria política.
Muchos en las comunidades comerciales estadounidenses, Canadá y México se alegrarán de que simplemente exista un acuerdo.
Los ejecutivos corporativos temían que Trump pudiera llevar a cabo su amenaza de retirarse del pacto comercial y, con ello, perjudicar las cadenas de suministro altamente integradas de la región.
Muchas de las modernizaciones perdidas con la aprobación del TPP ahora también se han restaurado y hay algunas adiciones y sustracciones importantes al TLCAN original de 1994.
Por un lado, los nuevos y complicados requisitos de contenido regional para automóviles incluyen que el 40 por ciento de un vehículo fabricado en Norteamérica debe provenir de fábricas con un salario promedio de 16 dólares por hora o más. Esa garantía debería beneficiar a los productores y trabajadores en EU o Canadá.
Leves ajustes a automóviles
Estados Unidos también retuvo el derecho de imponer aranceles a los vehículos importados de Canadá o México una vez que esos envíos alcancen un umbral de 2.6 millones de autos, medida que imita lo que los economistas consideran fueron esfuerzos equivocados para restringir las importaciones de coches en los años ochenta.
Trump también estará contento con una disposición que impedirá efectivamente que cualquiera de los tres miembros negocie un acuerdo comercial con una “economía no de mercado” como China, algo que podría obstaculizar la exploración de tal acuerdo por parte de Canadá.
También contiene el tipo de protecciones a la propiedad intelectual más estrictas para productos farmacéuticos y patentes más largas que Estados Unidos siempre busca en los acuerdos comerciales.
A los productores estadounidenses de lácteos se les permitirá ahora vender más leche sin aranceles a Canadá de la que venden actualmente, aunque a un nivel en gran medida en línea con el que se negoció en el TPP.
En tanto, se retiró una disposición que permite a las empresas estadounidenses y canadienses llevar las disputas con los gobiernos nacionales, estatales y locales de Canadá y EU a los paneles de arbitraje, y existen disposiciones laborales más estrictas que México deberá cumplir.
En conjunto, dijo la administración de Trump, el USMCA impulsará una mayor actividad manufacturera en la región, que ayudará a contrarrestar el creciente peso de China en la industria. Eso está en consonancia con lo que Trump ha buscado en su lucha en las guerras comerciales a nivel regional y mundial.
Trucos e ilusiones
No obstante, algunos grupos políticos importantes tienen dudas. Richard Trumka, presidente de la Federación Estadounidense del Trabajo y Congreso de Organizaciones Industriales (AFL-CIO, por sus siglas en inglés), opinó el domingo que veía “demasiados” detalles que aún deben resolverse antes de poder prestar su apoyo.
Eso es relevante porque la administración estadounidense ha estado cortejando al mayor grupo laboral de su país para atraer los votos demócratas cuando el acuerdo finalmente se presente ante el Congreso en los próximos meses.
“Todavía no sabemos si este nuevo acuerdo revertirá los incentivos de externalización presentes en el TLCAN original”, precisó Trumka.
Dani Rodrik, economista de la Universidad de Harvard que con frecuencia ha protestado contra la misma marcha de la globalización a la que se ha apuntado Trump, considera el nuevo TLCAN una ilusión elaborada.
“Trump está más interesado en los trucos e ilusiones, la imagen de llegar a un acuerdo que le parece ventajoso, que en los cambios reales en los acuerdos comerciales”, escribió Rodrik en un correo electrónico.
Ninguna revisión del TLCAN “recuperará empleos y restaurará la salud de aquellas comunidades que se vieron negativamente afectadas”, dijo. “La cantidad de capital político y de negociación que se ha gastado en él no justifica nada de eso”, escribió.
Rebelión del cinturón agrícola
Al final, el nuevo acuerdo dado a conocer el domingo es sobre todo un reflejo de cómo Trump se ha visto obligado a enfrentar las realidades económicas y políticas, mientras intentaba llevar a cabo su revolución comercial.
Sus amenazas de abandonar el TLCAN, junto con su creciente guerra arancelaria con China, provocaron una rebelión en el cinturón agrícola que sus propios republicanos temen que pueda perjudicarlos en las elecciones de mitad de período de noviembre.
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Texto: Shawn Donnan | Bloomberg