8 columnas

02 de Diciembre del 2018.

Reforma

**Perdona, fustiga, promete* 
Después de ser investido como Presidente de México, y asegurar que recibe un desastre, Andrés Manuel López Obrador ofreció una transformación profunda y radical del país. Ante legisladores, gobernadores, líderes sociales, empresarios y una veintena de mandatarios internacionales, el tabasqueño hiló un discurso de 78 minutos donde ofreció perdón a corruptos del pasado, fustigó a gobiernos neoliberales de los últimos 30 años y enumeró una serie de cambios para regenerar la vida pública. Esos cambios serán rápidos y profundos, advirtió. Tara que si en el futuro nuestros adversarios, que no nuestros enemigos, nos vencen, les cueste mucho trabajo dar marcha atrás a lo que ya habremos de conseguir, sostuvo. Si me piden que exprese en una frase el plan del nuevo gobierno, respondo: acabar con la corrupción y con la impunidad. Pero al contrario de lo que pudiera suponerse, esta nueva etapa la vamos a iniciar sin perseguir a nadie porque no apostamos al circo ni a la simulación.

El Universal

**Contra la corrupción y no busca reelegirse* 
Al rendir protesta como presidente de México, Andrés Manuel López Obrador afirmó que la prioridad de su gobierno será acabar con la corrupción y la impunidad, y dejó claro que bajo ninguna circunstancia se reelegirá. No tengo derecho a fallar al pueblo. En la Cámara de Diputados y ante el presidente saliente Enrique Peña Nieto, aseguró que no perseguirá a ningún funcionario del pasado: No apostamos al circo ni a la simulación, para que las autoridades encargadas resuelvan en libertad. Al decirse juarista, cardenista y maderista, aseveró que no se reelegirá y que se someterá a la revocación de mandato en julio de 2021, porque el pueblo pone y el pueblo quita. Criticó el neoliberalismo, al que llamó una calamidad para la vida pública del país y cuyo distintivo es la corrupción; suena fuerte, pero privatización ha sido sinónimo de corrupción.

**No tengo derecho a fallar* 
Tras 13 años de lucha político-electoral, Andrés Manuel López Obrador se ciñó, al fin, la banda presidencial. Ante el Congreso de la Unión, reconoció que no tiene derecho a fallarle al pueblo de México y ofreció trabajar 16 horas diarias para afianzar la Cuarta Transformación. Haré cuanto pueda para obstaculizar las regresiones en las que conservadores y corruptos estarán empeñados. Aplicaremos muy rápido los cambios políticos y sociales para que, si en el futuro nuestros adversarios nos vencen, les cueste mucho trabajo dar marcha atrás a lo que ya habremos de conseguir, dijo. En su discurso de 78 minutos, López Obrador arremetió contra la política económica neoliberal al calificarla de calamidad para el país. Descartó reelegirse, emprender persecuciones políticas o dejar que funcionarios y sus familiares aprovechen el cargo para hacer negocios al amparo del poder público. Luego de asegurar que la honestidad es lo más importante en su vida, se dijo optimista para enfrentar los problemas nacionales porque el pueblo es trabajador y hay riqueza.

Milenio

*No tengo derecho a fallar* 
En un relevo sin sobresaltos del Poder Ejecutivo, Andrés Manuel López Obrador rindió protesta constitucional como Presidente de la República y, en sesión de Congreso General, advirtió que no tiene derecho a fallarle al pueblo de México. «Estoy preparado para no fallarle a mi pueblo. Ahora que venía a para acá, se emparejó un joven en bicicleta y me dijo tú no tienes derecho a fallamos. Y ese es el compromiso que tengo con el pueblo: no tengo derecho a fallar”, dijo en el Palacio Legislativo de San Lázaro y más tarde, ante miles de simpatizantes en el Zócalo capitalino, remarcó: Reitero el compromiso de no fallarles, primero muerto que traicionarles. En el Palacio de San Lázaro y después de colocarse la Banda Presidencial, López Obrador se definió como juarista y cardenista, pero también maderista y partidario del sufragio efectivo y de la no reelección. Dejo en claro que bajo ninguna circunstancia habré de reelegirme; por el contrario, me someteré a la revocación del mandato, porque deseo que el pueblo siempre tenga las riendas del poder en sus manos, indicó.

Jornada

*AMLO: ténganme paciencia; recibo un país en quiebra* 
Investido con el cargo de presidente constitucional, que el pueblo me confirió democráticamente, Andrés Manuel López Obrador expresó ante el Congreso de la Unión: No tengo derecho a fallar. Acepto el reto. Haré cuanto pueda para obstaculizar la regresión. En la primera transición ordenada desde 2000, López Obrador garantizó la seguridad de las inversiones nacionales y extranjeras, pero en seguida anunció la separación definitiva del poder público del poder económico que, acusó, durante décadas se alimentaron mutuamente al cobijo del modelo neoliberal, que ha sido un desastre, una calamidad para México. Haremos a un lado la hipocresía neoliberal, anticipó. Después de colocarse la banda presidencial, con la ayuda de un cadete del Heroico Colegio Militar, y al inicio de un discurso de una hora y 22 minutos, López Obrador expresó un reconocimiento a su antecesor, Enrique Peña Nieto, por no haber intervenido -como sí lo hicieron Vicente Fox y Felipe Calderón- para frenar el resultado electoral. Emitió un llamado urgente al Congreso de la Unión para aprobar la iniciativa de Morena para crear una guardia nacional a partir de las policías Militar, Naval, Federal e incluso los agentes del Cisen.

*Me canso ganso* 
Toma de posesión, ceremonia, rito. El poder pasa —en forma armoniosa, ordenada— de unas manos a otras. Ayer legitimó, dio autoridad a don Andrés Manuel López Obrador, quien repasó su persistente discurso. Mezcla —bien dosificada— de calidez y rigor, de rosada esperanza y duro realismo, entusiasmó hasta el delirio a sus francos partidarios. Estos corearon sus conocidos estribillos. Aplaudieron sus promesas de justicia. Estrenaron voz para llamarlo ¡Presidente! ¡Presidente! Y casi desmayaron cuando, con fino cálculo, anticipó que “dentro de seis años, cuando yo me vaya, esta obra quedará inconclusa”. Decididos, animados, guerreros rechazaron la posibilidad. Dueño de plena —total— autoridad, el Presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, divulgó ante cientos de ciudadanos mexicanos y decenas de invitados especiales su reconocimiento a la actitud aséptica del ex presidente Enrique Peña Nieto al “no intervenir en el proceso electoral del 1 de Julio.

*No les fallaré* 
Andrés Manuel López Obrador afirmó ayer, desde la máxima tribuna del país, que no tiene derecho, como Presidente, a fallarle al pueblo. Aclaró: Estoy preparado para no fallarle a mi pueblo. Ahora que venía para acá, se emparejó un joven en bicicleta y me dijo: «Tú no tienes derecho a fallarnos». Y ese es el compromiso que tengo con el pueblo: no tengo derecho a fallar. Durante el discurso que dio en el Palacio Legislativo de San Lázaro, López Obrador centró su mensaje en destacar las fallas del neoliberalismo y en considerar a la corrupción como su principal vicio. Lo digo sin prejuicios ideológicos, el régimen neoliberal ha sido un desastre, una calamidad para la vida pública del país, sostuvo. Citó como ejemplos el bajo crecimiento económico -en contraste con el periodo del desarrollo estabilizador la dependencia del extranjero para el abasto de combustibles y de alimentos básicos, como el maíz; la cifra récord del endeudamiento público, y hasta la incidencia en padecimientos como la diabetes. Puso énfasis en la última medición de Transparencia Internacional, en la que ocupamos el lugar 135 de 176 países evaluados en corrupción. 

*Pongamos punto final; empecemos de nuevo* 
Al protestar ante la Constitución como presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador se comprometió a no robar y afirmó que no tiene el derecho de fallar como primer mandatario del país. En su primer discurso como presidente, con la banda presidencial colocada en su pecho y de frente a la oposición, López Obrador propuso a los mexicanos un punto final que permita iniciar nueva etapa de la vida pública del país. Explicó que pese a la corrupción, la impunidad y los malos resultados del régimen neoliberal instaurado en México desde hace tres décadas, es necesario regenerar al país sin circo ni simulación, es decir, sin perseguirá nadie. Queremos regenerar, de verdad, la vida pública de México. Además, honestos, como lo somos, si abrimos expedientes dejaríamos de limitarnos a buscar chivos expiatorios, como se ha hecho siempre y tendríamos que empezar con los de mero arriba, tanto del sector público como del sector privado, dijo. Sin embargo, sostuvo que no habría juzgados, ni cárceles suficientes para procesarlos y lo más delicado -según el tabasqueño- es que se metería al país en una dinámica de fractura, conflicto y confrontación.

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